domingo, 29 de diciembre de 2013

El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger

Acabo de releer esta novela y me he encontrado con un libro diferente. De hecho, el que debe de ser diferente soy soy, porque las palabras del libro son las mismas. Esta vez me ha gustado. Se trata de un libro de culto, de los más leídos de la historia y material de trabajo en las escuelas americanas. A mí me parece bueno, pero sobrevalorado.

Holden Cauldfield es un adolescente de dieciséis años de familia bien que acaba de ser expulsado de Pencey, el enésimo colegio privado por el que pasa. Antes de que sus padres se enteren decide escaparse y pasar unos días por Nueva York. Estamos a finales de los años 40 o principios de los 50. Pasa la noche en un hotel, asiste a pubs, deambula por una metrópoli evitando la vuelta a casa. Añora a su hermano Allie, que murió de leucemia, y adora a su hermanita Phoebe. El otro hermano, D. B., es un magnifico escritor de cuentos que se ha ido a Hollywood a prostituirse con los guiones.

Holden atraviesa una fase de transición, física y personal. Su cuerpo está revolucionado de hormonas y su alma se encuentra enfadada con el mundo. A pesar de que su altura le hace parecer mayor, su inmadurez corresponde incluso a alguien más infantil. Sin embargo, sus pensamientos y sus emociones reflejan la contradicción de su espíritu. Tan pronto asombra su lucidez y respuesta madura a algunos comportamientos absurdos de la sociedad como se comporta igual que un niño, por ejemplo, simula sufrir un disparo en público. 

Parece un rebelde que no comprende a la sociedad, que fuma, no estudia, bebe cuando los camareros no se niegan a servirle al preguntarle la edad... pero en el fondo es buen chico, no le gustan las palabrotas, respeta a los profesores y siente un instinto protector de los niños pequeños. Habla todo con superlativos y exageraciones: hace cincuenta años que pasó tal cosa siendo él niño, subieron millones de personas al autobús, odia a tal o cual, o le encanta y la adora. Fanfarronea con sus ligues, pero es incapaz de acostarse con una prostituta. Alardea de tener mucho dinero delante de extraños. Odia el cine o la sobreactuación de los actores de teatro, pero no deja de ir a esos espectáculos. La comida en tal restaurante es infame, pero va a comer allí. En general, todo lo ve con un prisma negativo, de inconformista. Se encuentra perdido, sin norte, no es capaz de decir nada que le guste mucho cuando se lo pregunta su hermanita Phoebe. Sueña con huir al oeste o a Vermont, con hacerse el sordomudo para no tener que hablar con la gente y vivir en una cabaña en el bosque, aislado, pero con sol.

Creo ver una crítica a los convencionalismos sociales, a la hipocresía, a los valores educativos y de una sociedad hueca... No quiere acabar una carrera y ejercer de abogado, como su padre, entrar en la rutina del trabajo, los desplazamientos en la ciudad, el golf... una vida burguesa vacía y sin sentido para él. Parece debatirse entre ceder y caer a una sociedad corrompida o aferrarse a la autenticidad infantil.

He aquí el leitmotiv del libro y cuyo título (gracias a una compañera del Club de Lectura de Santillana) da sentido a la obra: a Holden le gustaría proteger a los niños de la maldad de los adultos (incluso querría borrar las pintadas obscenas de los baños públicos o ayudarles en el museo), de su hipocresía. Les querría proteger en sus juegos para que no creciesen. Esta dicotomía existencial le llevaría al psiquiátrico.

Para terminar, una cita del libro: "Los que de verdad me vuelven loco son esos libros que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera amigo tuyo y pudieras llamarle por teléfono cuando quieras". Este libro no me ha vuelto loco, pero sí me habría gustado hablar con Salinger.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Viaje en el tiempo, de Geronimo Stilton

Creo que ya he comentado que los libros de Geronimo Stilton me gustan para los primeros lectores. Es tanto por la presentación del texto, lleno de color y con fuentes de distintos tipos y tamaños, muy dinámico y atractivo. En otros ejemplares incluye páginas con olores (o hedores, según el caso). La lectura es cualquier cosa menos aburrida. En los libros de viaje en el tiempo Geronimo se aprovecha a incluir recuadros donde los niños pueden aprender costumbres y datos de aquellas épocas. Es información que se transmite de forma dosificada.
Al final de los libros vienen una serie de propuestas como juegos, recetas, manualidades, tests... y a menudo se incluyen pegatinas.
Por tanto, vuelvo a recomendar estos libros que ya me hubiera gustado haber leído cuando yo tenía siete años...

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Astérix y los Pictos, de...

El dibujante Uderzo tiene sustituto hace tiempo, sí, el guionista Goscinny no tanto. Sin embargo, este nuevo volumen de Astérix es el mejor, a mi modo de ver, desde el fallecimiento de los autores originales. Y lo digo porque ha conseguido arrancarme un par de carcajadas y no es algo fácil. Aún así tiene un guión con momentos flojos, puntos débiles que hacen que la historia esté un poco descompensada. De todas formas, recomendable.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Sopa de pollo para el alma

Igual que a la persona resfriada o enferma se le solía dar sopa de pollo para confortarla y reanimarla, este libro pretende ser sopa de pollo para el espíritu.
Son un conjunto de historias muy cortas, algunas rozando lo melodramático, con un mensaje positivo, que ayudan a reflexionar. Cumple su función de animar y motivar. Es muy recomendable para todo el mundo pues nos ofrece la perspectiva que a menudo perdemos sobre la vida.

La felicidad amarga, de Pablo Martín Carbajal

Ahora no estoy leyendo mucho por estar enfrascado en otras ocupaciones, pero esta novela de un amigo ha supuesto un paréntesis por dos razones: su brevedad y que tenía que presentarla junto al autor en Tagle.
El título ya anticipa el leitmotiv de la historia. Es casi un oxímoron y, como aclaró Pablo en la presentación, "amarga" se utiliza en esta ocasión como adjetivo, no como verbo.
Tenemos una novela intimista, emotiva y reflexiva que todo aquel que la lea podrá reconocerse, al menos los que compartimos generación. Habla de viajes, pero sobre todo de regresos, físicos y en el tiempo.
Son ocho capítulos como ocho relatos, pero unidos por un hilo conductor. El conjunto transmite la sensación de que nos hacemos una pregunta: ¿Quiénes somos?
Aunque es sencilla de leer no deja de ser densa. Toca unos puntos fundamentales como son la Amistad, la figura del Padre, la química entre hermanos, la Familia, el Tiempo...
Técnicamente lo toca casi todo: motivos literarios, ruptura de linealidad, vasos comunicantes, repetitio... ¡incluso utiliza los narradores en las tres formas: primera, segunda y tercera persona
Ha creado una serie de personajes, algunos partiendo de personas reales, que tienen un encanto y fuerza particular. La abuela que graba sus historias en cintas de casette, el abuelo Clodo, Jesús y su trágico final, Dani... Tan sólo Carmen, la vecina del 6º que parece conocer a Rafa -el protagonista- mejor que él mismo, queda algo olvidada. Fue ella la que le regaló las matrioskas...
Hay guiños a su anterior novela, La ciudad de las miradas, al compartir algunos personajes.
En fin, una novela breve aunque rica, de las que sentimos cercanas y cuyo dramático final supone un acto de valentía.

martes, 5 de noviembre de 2013

Cosas no aburridas para ser la mar de feliz, de Mr. Wonderful

 
¿Cómo describir este libro? No me gusta dar definiciones de lo que no es porque eso elimina la novela, el ensayo, la poesía, el tratado de filosofía, es estudio médico, el manual de instrucciones... pero no ayuda. Como sí ayuda este libro.
Este libro es un montón de frases, pensamientos y mensajes positivos, dibujados o con distintas grafías. Transmite energía positiva, nos hace asentir y nos recuerda ideas que ya conocemos, pero que hace falta que saquemos del olvido al que las ha desterrado la vida "seria".
No es para leer de un tirón, sino una página, dos, cuatro, de un capítulo o de otro, el que nos diga algo. Dependiendo del día o del momento vital nos llegará más una frase u otra. Para hojear, como las citas de un almanaque.
Es divertido este manual para ser feliz.

domingo, 3 de noviembre de 2013

La elegancia del erizo, de Muriel Barbery.

En la calle Grenelle nº 7, una comunidad de vecinos de alto nivel económico (empresarios, políticos, críticos gastronómicos...), vive una portera que no es lo que parece. Lejos del estereotipo de su profesión, Renée es culta, sensible e inteligente. Como Paloma, la niña de doce años qu ese quiere suicidar, intelectualmente superdotada. La llegada del señor Ozú, un japonés libre de convencionalismos, supondrá un cataclismo en sus vidas y en la de una comunidad que ha vivido sin cambios durante veintisiete años.

Que Renée y Paloma sean las más lúcidas no las exime de tener sus propios prejuicios y soberbia, lo que las evita convertirse en personajes maniqueos. Se retrata muy bien la hipocresía burguesa, la falta de comunicación en la familia, la superficialidad de los simples y cómo la felicidad no viene de la mano del dinero, sino de los pequeños detalles, de gestos, de libros y de la sinceridad.

Más allá de las anécdotas que narra el libro, están una serie de reflexiones que hacen pensar. Quizá haya un exceso de filosofía (para retratar a Renée no hace falta profundizar en la fenomenología de Husserl), pero la autora necesitaba demostrar lo que sabía. Todo el libro está trufado de pensamientos que dan consistencia a la historia y permite su relectura.

jueves, 24 de octubre de 2013

Jesus liebt mich, de David Safier - Traducciones

Marie Holzmann es una periodista entrada en los treinta y en algún kilo de más que no ha logrado más que un puesto en el Malente Kurier, el periódico de su pueblo, y con enchufe de su padre. Se enamora de los hombres equivocados y, cuando consigue que uno se quiera casar con ella, Sven, ella le dice que no en el altar mismo. Pues para rizar el rizo se enamora del carpintero que viene a reparar el tejado de casa de su padre, un judío de Palestina llamado Joshua, que posee un magnetismo increíble y que le revela a Marie que es el propio Jesús, que ha vuelto para el Juicio Final.

Por medio está el padre Gabriel, que no es otro que el Arcángel que ha renunciado a las alas por amor, el de la madre de Marie. Y Satanás, encarnado en George Clooney, Alicia Keys o cisne negro.

Este libro lo estoy leyendo tal cual, en alemán. ¿Que si soy masoquista pudiendo leer la traducción? El aprender un idioma (nunca se deja de hacerlo) requiere esfuerzo y, al menos, esta novela es fácil de leer. No es tan divertida como "Maldito Karma", aunque sí que tiene un fino humor y es entretenida. También recurre a lugares comunes, pero para una lectura de verano no importa. Quizá lo más atractivo del libro es que es políticamente incorrecto. Bueno, debería decir, religiosamente incorrecto. Sin embargo, su irreverencia no me transmite falta de respeto.

Lo que me desagrada es la traducción. Tengo la versión en español y me saltan cristales a la córnea ver cómo el traductor hace lo que le da la gana. Siempre procuro matizar que respeto a los traductores, pues su labor es colosal, pero veo que no todos están cualificados. ¿Cómo se puede decir que la Virgen María tenía arrugas omitiendo que en el texto en alemán dice arrugas de/por la preocupación? Eso cuando no se salta una línea entera. No lo entiendo. Lo que me preocupa es plantearme qué estoy leyendo cuando me sumerjo en un libro traducido, hasta qué punto es fiel al texto original, no sólo en el significado formal, sino también en el fondo, la intención subyacente, el contexto cultural implícito, la sonoridad de las palabras originales perdidas en la traducción y que el autor sin duda tuvo en cuenta, el ritmo... ¿Un traductor no tiene que manejar todas estas variables? A veces pretende un protagonismo que no le corresponde (como he visto en un traductor de Ken Follett, que emplea un léxico más rico que el usado por el autor, que ha manifestado su voluntad inequíva de emplear un lenguaje sencillo o "prosa transparente", (sic). Ejemplo: Follett escribe que una flecha atraviesa las tripas de... y el traductor pone saeta y entrañas. ¿Con qué derecho?)

miércoles, 23 de octubre de 2013

Cinco golpes de genio, de Ronaldo Menéndez

Como escritor, considero que nunca se termina de aprender. Bueno, como escritor y como persona. Aunque cada vez es menos lo que aportan las lecturas de técnica literaria, no dejo de reciclarme y estar abierto a nuevos recursos. Estoy convencido de que siempre habrá alguien que aporte una nueva idea, otro enfoque para acometer un problema, soluciones efectivas o alternativas. Además, los tiempos cambian, los gustos de los lectores también y las nuevas tecnologías imponen una condición competitiva y de adaptación.

Este libro parte de textos de grandes cuentistas (Borges, Salinger, Bierce, Cortázar, Akutagawa) y su tono es didáctico y ameno. Útil, sobre todo, para los que parten de cero.

domingo, 20 de octubre de 2013

Geronimo Stilton

Estoy leyendo algunos libros de Geronimo Stilton al tiempo que mis hijas. Son libros atractivos, dinámicos, variados y con contenido. El texto cambia de tamaño y de color, hay dibujos en todas las páginas, los diseños son variopintos... Es una fórmula atractiva para los primeros lectores, muy visual, casi acústica. El lenguaje es sencillo y en cada libro se transmite información: siempre hay datos históricos o culturales auténticos. Se incluyen tests, adivinanzas, juegos, pegatinas, páginas con olores, recetas, planos y mapas, trucos, manualidades, chistes... y tienen un complemento más interactivo en su página web.

La autora, Elisabetta Dami, se esconde bajo los seudónimos de sus personajes y ha conseguido una larga serie de libros repletos de aventuras, viajes y misterios. El protagonista es Geronimo Stilton (cuyo apellido se debe al queso inglés), un escritor y director del periódico "El eco del roedor", que viven en Ratonia, capital de la Isla de los Ratones.

Me gusta leer lo que mis hijas leen o ver las películas y series que prefieren. Aunque es cierto que lo hago por supervisar los contenidos, no realizo una labor censora, como me han acusado recientemente. Luego he pensado que sí, que quizá lo haga y que los prejuicios del que me recriminó mi actitud no eran tales. Sin embargo, ¿cuál es mi obligación como padre en la educación de mis hijas? ¿No debo vigilar lo que comen, leen o ven en la televisión? La "censura" existe, pues les veto algunos programas por su contenido violento, soez o inapropiado para su edad. ¿Quién dice que mi criterio es el correcto? Mi intención de formar personas maduras, con valores, juicio y, sobre todo, que sean felices.

Puede que me equivoque, pero son mis criterios y valores lo que he de transmitir, en los que yo creo, y que pienso que son lo mejor para ellas.

No impongo una dictadura absoluta pues, pese a que la serie de televisión "Violetta" no me gusta ni me parece apropiado para su edad, se la permito ver pues les encanta y me parece un culebrón inofensivo (asumido que nada es aséptico ni inofensivo al 100%). 

Es mi responsabilidad educarlas y formarlas, y algunos libros o dibujos de la tele que superviso me permiten disfrutar de este deber, como es el caso de la saga Stilton.

martes, 8 de octubre de 2013

Ni de Eva ni de Adán, de Amélie Nothomb

Amélie, que a los 5 años se fue de Japón, vuelve con 21 a Tokio y comienza a dar clase de francés a Rinri, un joven de familia acomodada que quiere convertirse en templario. Inician una relación sentimental con episodios cómicos.
Una nueva novela autobiográfica (redundancia o contradicción) de la autora, como Estupor y Temblores, Metafísica de los tubos o El sabotaje amoroso.
El libro transpira niponfilia, lo cual respeto, aunque la descripción que hace de las costumbres, tradiciones y comida japonesa me inspira casi ternura. Un pueblo que imita lo occidental, aunque de forma artificial e insípida. Donde las emociones se ocultan en público. Tienen tantas aficiones mecánicas y pasatiempos estrambóticos que a veces me parecen extraterrestres. Robóticos, sería más apropiado.
No sé si la protagonista o la autora (o ambas) es así en la realidad, pero me ha resultado pedante, alardeando de sus conocimientos (sobre todo de idiomas y libros), pelota (con las cervezas de Bélgica o el francés, "mi colosal idioma"), e incluso cursi (gritando "banzai" al amanecer en el Fuji). Ella misma reconoce tener una "tendencia al lirismo megalómano".
La comicidad de la historia se debe a lo ridículo de algunas situaciones, que sí pueden tener su punto humorístico, aunque también rozan lo paródico.
Me ha sorprendido descubrir que el monte Fuji tiene 3.776 metros de altura, poco más que otro volcán, el Teide, con 3.718. La descripción de la ascensión al Fuji me ha recordado a la del volcán canario. Pero yo no me creo Zaratustra ni subo al cráter como si estuviera hasta arriba de estupefacientes.
La narración... pues está bien que no explique, que deje huecos a la imaginación o la curiosidad del lector, pero en ocasiones parecen narraciones fragmentadas e inconexas. El lenguaje es, en ocasiones, pedante y (de nuevo no sé cuánto se debe al traductor) artificioso.
Así que no sé si me ha gustado o no. Dejaré que el tiempo deje su poso en mi memoria y el inconsciente me dé la respuesta.

Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas.

He vuelto a releer este libro. Se me habían olvidado más cosas de las que pensaba. De nuevo me he divertido y he disfrutado.
¿Cuántas veces hemos suspirado por un manual de instrucciones para tratar con los hijos? Hasta que salga ese libro tenemos el de tratar con nuestra pareja. Después de esta relectura, me sorprende que hombres y mujeres sigamos casándonos y conviviendo. ¡Somos alienígenas unos para otros!
Me tranquiliza, otra vez, darme cuenta de que mis rarezas o defectos no son míos, sino que los comparto con más de tres mil millones de hombres (ya he descontado a los gays). Sin embargo, ser consciente de ello me anima a corregirlos, o a intentarlo.
Entender a alguien ayuda a amarlo. Si ya quieres a esa persona, la convivencia es todavía mejor, más armónica y relajada.

domingo, 11 de agosto de 2013

Un cuento chino, de Tilman Rammstedt

He pinchado en hueso. La sinopsis del libro era sugerente, hay pasajes estrambóticos, ingeniosos y también simpáticos, pero no engancha. Me ha decepcionado.
Keith Stapperpfenning narra desde China sus vacaciones con el abuelo, ese viaje que le han regalado entre todos por su octogésimo cumpleaños y en el que ha tenido que acompañarle Keith. Sin embargo, no han salido de Alemania. Keith se esconde en su piso, duerme bajo el escritorio, y envía postales a sus hermanos con las experiencias en el país.
Tiene alguna relación de parentesco con sus hermanos, pero no siempre común; está prometido con la novia de su abuelo; el internista de Westerwald le llama por teléfono para informarle del fallecimiento de su abuelo...

domingo, 14 de julio de 2013

Memorias del Marqués de Sotoancho, de Alfonso Ussía

Estoy leyendo las memorias de Sotoancho (o, como dijo Vázquez Figueroa, "los recuerdos", porque memoria sólo hay una). Cada vez tengo más interés por las biografías, pero no es que me atraiga la vida y milagros de este marqués ficticio, sino que me son de utilidad. También porque mi estrés actual no me permite más que una lectura ligera y que no me exija continuidad. 
Son divertidas, no de carcajada, sino de sonrisa. El retrato va más allá de la caricatura y es agradable encontrar guiños y referencias a personajes reales. Además, he encontrado frases muy buenas, de las de subrayar, y estoy ampliando mi vocabulario: me obliga a consultar el diccionario.

lunes, 1 de julio de 2013

El tango de la guardia vieja, de Arturo Pérez-Reverte

La novela más entretenida de Arturo Pérez Reverte en años. Tediosa a ratos, pero muy plástica y kinestésica. El ritmo es lento, reflexivo, los personajes miden sus palabras, analizan cada gesto y cada silencio. Me gustan los paisajes, los cuadros de luz, olores y sensaciones. Los detalles están reflejados con precisión, los reconocemos como propios. También me agrada la sabiduría de los protagonistas. En cambio, no el ritmo que alarga las escenas sin avanzar, hundido en reflexiones e interpretaciones ante cada gesto o palabra. Hay momentos de tensión, pocos, pero de auténtica emoción. Sin embargo, predominan las escenas sosegadas, reposadas, incluso melífluas.
Tengo una sensación de déjà vu con los personajes. Max Costa es Coy y es Lucas Corso y puede que Andrés Faulques. Mecha Inzunza es Tánger Soto, no tanto Teresa Mendoza, aunque La Mujer es una misma a través de la historia, creo que sostiene el autor, está en cada una de las mujeres del planeta.
Max Costa es un bailarín mundano, en las múltiples acepciones del término. Conoce a bordo del Cap Polonio a Mecha Inzunza y surge una atracción entre ellos. A pesar de ese amor difícil, sólo se ven en tres ocasiones a lo largo de su vida. En 1928 en Buenos Aires, donde desembarcaron; en 1939 en Niza y en 1968 en Sorrento.
En Sudamérica Max ayuda al marido de Mecha a componer un tango al estilo original, de la Guardia Vieja. En Niza se ve involucrado en un caso de espionaje relacionado con la Guerra Civil española. En Sorrento es un torneo de ajedrez lo que les reúne de nuevo.
No puedo evitar, al leerlo, recordar la película "Atrapa un ladrón". La elegancia del ladrón de guante blanco, bailarín y galán, con principios. Y ella, Grace Kelly, portada incluso de la novela.
Me he dado cuenta de que la historia más reciente la narra en presente de indicativo, en contraste con las otras dos, de un pasado anterior... Las escenas de sexo son explícitas y los cigarrillos, omnipresentes.
En resumen, una historia entretenida, la mejor del autor en años, tanto en forma como en fondo.

martes, 18 de junio de 2013

Seda, de Alessandro Baricco


La primera vez que leí este relato, que no tiene tamaño de novela (como propugnaba E. A. Poe, es relato si se lee de un tirón; en otras palabras, claro), no me impresionó demasiado. Agradable, sin más, como una brisa de verano. Ahora llevo tres o cuatro lecturas. No es que constituya uno de mis favoritos, pero le voy encontrando más virtudes, sobre todo de forma. Las metáforas, el lenguaje (y eso que se trata de una traducción), su concisión elegante, el sonido de las palabras... Su brevedad le permite las más amplias interpretaciones por los lectores. En mi club de lectura llegamos a dudar de si se trataba del mismo libro. Sin embargo, todos esos matices interpretativos son enriquecedores, permiten intuir décimas partes sumergidas del iceberg.

Esta historia es sensorial, evanescente, delicada... como la seda. Transmite la calidez y serenidad de un té de amapolas con música de Chopin. 

Para qué voy a contar que Hervé Joncour viaja una y otra vez a Japón en busca de huevos de gusano de seda, que vuelve a Lavilledieu, con su mujer, pero que vive obsesionado con una nipona cuyos ojos no están rasgados. Su pasividad, pese a su vida ajetreada, se resume en esta cita: "...Era uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla. Son personas que contemplan su destino de la misma forma en que la mayoría acostumbra contemplar un día de lluvia".

Otra pepita: "Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca". O cuando se cerraron de nuevo las puertas de la jaula y dentro "centenares de pájaros volaban protegidos del cielo". Para reflexionar...

miércoles, 29 de mayo de 2013

El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon

 
Nos encontramos con la gran aventura de Christopher Boone, un niño autista de quince años. Primero decide investigar quién ha matado a Wellington, el perro de la vecina de enfrente, con una horca. Vive con su padre, que se esfuerza en darle todo lo que necesita, y su mascota Toby, una rata. Le encantan las matemáticas, quiere ser astronauta y es incapaz de mentir. El color rojo es señal de buena suerte; el amarillo, puede contribuir a un día negro. Tampoco le gusta el marrón. Pero le encantan los números primos. Su vida da un giro inesperado cuando encuentra unas cartas que su padre escondía en una caja de camisas.

De nuevo una relectura placentera. La novela tiene un narrador inusual y está sembrado de imágenes, las que Christopher percibe en su aventura. Me ha gustado porque he entendido un poco más la problemática de esta enfermedad, tanto para los autistas como para su familia. No es fácil el día a día con alguien tan especial. Luego podrán llegar a ser genios en física o matemáticas, pero emocionalmente están muertos.

Narrado en primera persona tiene la virtud de meternos en la cabeza de un enfermo autista de alto funcionamiento, de hecho Christopher es un genio en matemáticas. Sufre, además, el síndrome de Asperger. Es incapaz de reconocer las emociones, las expresiones faciales y los chistes, no soporta que le toquen y la mentira es algo inconcebible e inaceptable. Los diálogos son brillantes, fruto de su lógica y los convencionalismos sociales de los mayores, que apenas somos capaces de decir la verdad. Es un chico que inspira cariño. A pesar del drama de la historia, tiene momentos de humor.

Él, como todos los autistas, es un número primo. Ese número al que le quitas todo lo que le rodea y queda ensimismado.

domingo, 26 de mayo de 2013

La teoría del vaso de agua, de Javier Menéndez Llamazares

Me ha gustado mucho esta novela. Rezuma humor por los cuatro costados, sin ser una narración de chistes o bromas fáciles. Es más la sonrisa condescendiente. Los personajes se hacen querer, son tiernos, muy humanos. La ingenuidad de Carmen Arruti; Naakt, el provo holandés; Canaletto, Jan Böttcher... También toda la historia tiene su banda sonora, con canciones y mitos de la música de finales de los 60, incluso de grupos y tendencias experimentales. Está muy bien narrado, de forma ágil, ambientado de manera excelente y con rigor (aunque echo en falta alguna descripción más plástica) y con diálogos transcritos con maestría.

Carmen Arruti, Mentxu, abandona Hondarribia (Fuenterrabía) para estudiar en Berlín y hacer prácticas en la librería Samizdat. Pronto deja la residencia de las monjas para mudarse a una comuna. Es detenida tras la agresión contra el magnate de la prensa alemana, Axel Springer, al que los universitarios del 68 consideraban el responsable e incitador del atentado contra el líder estudiantil Rudi Dutschke. Böttcher la interroga tratando de identificarla con Erika la Roja, un personaje de cómic clandestino, justiciera y vengadora.

Un ambiente que nos recuerda a la realidad reciente, de jóvenes antisistema, libertinaje sexual (de ahí el título de la novela), ideales y propuestas de revolución. Una revolución que demanda la juventud cuando el estado llega a cotas de corrupción intolerables, pero que al final se diluye con el aburguesamiento de los revolucionarios.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Mishima o la visión del vacío, de Marguerite Yourcenar

Este ensayo pensé que me aproximaría a la literatura de Yukio Mishima. La autora parecía ser un buen cicerone. Pero me he encontrado con una reseña biográfica entretenida, pero no determinante en este sentido. Parece haber procurado más un acercamiento a la mente o el alma del autor nacido en Tokio. Tan sólo al final, cuando Kimitake Hiraoka (verdadero nombre de Mishima) reconoce en 1969 que al mirar atrás, a sus últimos 25 años de vida, sólo ve el vacío. Como si no hubiera vivido, afirma.

Ha sido muy interesante ver cómo en sus novelas hay "motivos literarios" y alegorías que, de no conocer su vida o la cultura nipona, pasan desapercibidos. Este ensayo me ha hecho algo más cercano a Mishima, y he de releerlo cuando me plantee abordar otra novela del japonés.

lunes, 13 de mayo de 2013

El lector, de Bernhard Schlink

Cada vez releo más. A veces por placer, casi siempre por "obligación". Y me alegro. Volver a un libro que te ha gustado (porque no releo lo que no me hizo disfrutar, salvo que un poderoso argumento lo justifique) es degustarlo. Ha desaparecido la intriga, pues suelo recordar su contenido, pero se abren ante mí nuevas ventanas. Giros e imágenes que tenían su razón de ser y que en una primera lectura pasaron desapercibidas salvo al inconsciente. Me recuerda a cuando disfruto de un plato cuyo sabor ya conozco, apenas hay sorpresas, aunque sí descubro matices, detalles, me regodeo en lo ya conocido.

Con esta novela, todavía reciente en mi memoria, he apreciado la pulcritud del autor. No es un libro que me apasione, pero está bien escrito, con un tono plano, casi como un informe jurídico. Hay ideas para reflexionar, nada es blanco ni negro y hasta lo más oscuro debemos interpretarlo con cuidado. Algunos planteamientos filosóficos muy interesantes.

Michael Berg, convaleciente de hepatitis con quince años, es atendido en la calle por Hanna Schmitz, de treinta y seis. Ella le baña, él le lee libros, hacen el amor, descansan. Un ritual que se extiende durante meses hasta que ella desparece, se va de Berlín sin dejar rastro. Esta experiencia hace madurar a Michael, aunque le marca de por vida. En la facultad de derecho, siete años más tarde, asiste a un seminario que le lleva a asistir a un juicio contra varias guardianas de las SS de campos de concentración, entre ellas: Hanna. Ella no se defiende de las acusaciones, tiene un comportamiento extraño... que hace descubrir a Michael la razón: es analfabeta. Y esto le da tanta vergüenza que prefiere asumir la culpabilidad de crímenes antes que revelarlo. Todas las decisiones de su vida, cuando ésta podía mejorar, dependieron de su analfabetismo.

Condenada a cadena perpetua, Michael le envía cintas de casete con libros que él lee para ella. No la escribe, sólo le lee. Hanna, poco a poco, acaba aprendiendo a leer. Michael no va a visitarla. Tan sólo cuando la conceden el indulto toma a su cargo la responsabilidad de su reinserción en la vida fuera de la cárcel y acepta la invitación de la directora del penal de ir a recogerla el día de su salida. Demasiado tarde.

Al parecer está, al menos en parte, inspirada en la propia vida del autor.

sábado, 11 de mayo de 2013

La tumba de Verne, de Mariano F. Urresti

Nos encontramos ante una novela dinámica, que arrastra al lector a través de las páginas en la misma búsqueda de respuestas que los protagonistas.
G. G. Ávalos es un profesor jubilado y amante de los misterios. Su amigo periodista, al que no soporta, Miguel Capellán, con quien comparte afición y su hija única Alexia se embarcan en una aventura para descubrir quién era el tal Nemo que le enviaba cartas encriptadas al difunto Ávalos.
De Cuenca a Vigo, de Vigo a Amiens... a la tumba de Verne donde no acaba todo, sino que el final es el principio. Un manuscrito inédito del autor galo, la imagen esculpida en su tumba, el atentado que sufrió a manos de su sobrino Gaston, sociedades secretas que mueven los hilos del mundo... ¿Verne perteneció a una de ellas? La llamada Niebla... ¿Fueron ellos los que le ilustraron sobre los avances de la ciencia permitiéndole anticipar tantas historias fantásticas en su tiempo y cotidianas para nosotros hoy? La inmortalidad de esos miembros ignotos de la Niebla es una de las claves. La escultura del cenotafio de Verne corroboraría esta tesis. El libro destila incógnitas que todo el mundo tiene en mente y que no quedan despejadas de manera categórica. De hecho, la novela póstuma e inédita "París en el siglo XX", ambientada en el año 1960 con una fidelidad aterradora.
No soy yo quien opinar sobre la obra de Mariano F. Urresti, teniendo él decenas de libros publicados y yo ser nadie en el mundo literario. Y como le conozco personalmente y le aprecio me cuesta poner peros al libro. Sin embargo, he de ser sincero y por eso creo que de momento sigue siendo mejor investigador que narrador, pues a mí sus notas a pie de página me han sacado de la historia en más de una ocasión. Me interesa esa información, pero la preferiría al final del libro. También abusa de los datos que transmite, de manera repetitiva, a lo largo de la historia e intenta colarla poniéndola en boca de los personajes. También algunas descripciones son superfluas pues pretende describir a algún personaje afirmando que ni es gordo ni flaco, ni alto ni bajo, ni joven ni viejo... o sea, sin rasgo definidor. Para eso, mejor no decir nada y centrarse en un mero detalle que sí identifique al personaje. Por suerte, esto último me lo aclaró Mariano. El personaje de Miguel Capellán es así, indefinido, camaleónico, gris. Tan sólo plasma un rasgo como su incipiente alopecia o las botas de Coronel Tapioca, en general con intención peyorativa. Por lo tanto, esa no-descripción es premeditada.
Estos y otros detalles sobre los que yo pensé que el editor (o alguien al que pagan para eso) apercibía al autor para pulirlos. Pese a todo he de decir que la novela me enganchó y no paré hasta terminarla.

viernes, 26 de abril de 2013

El ruido y la furia, de William Faulkner


Sé que no se trata de un libro fácil, al contrario. La furia puede ser la del lector que se aproxima a una novela pensando en una narración lineal, con final feliz, previsible, sin complicaciones de lectura... y se encuentra con unos cuadros de arte abstracto. Primero uno cubista, luego otro del expresionismo pictórico. Más que el contenido de la historia, el libro destaca por la forma, por la habilidad de Faulkner para reproducir el hilo de los pensamientos de la mente humana, para crear ambientes y sensaciones. Volveré a leerlo cuando quiera ver a un maestro en la narración del monólogo interior. Una obra magnífica, difícil y que no caduca. ¿Soy un lector masoquista? ¿Cómo puede gustar un libro así? ¿Mi inconsciente me obliga a disfrutar de determinados libros porque se supone que escritores e intelectuales son los únicos que aprecian tales obras y querría ser parte del grupo? No lo sé. ¿Por qué alguien disfruta mirando y admirando un cuadro que no entiende? El arte, el de verdad, es lo que tiene: trasmite su energía al observador-lector-escuchador, le impresiona, comunica, enriquece. El caso es que Faulkner me parece un maestro del que aprender a recrear ambientes, emociones y pensamientos.

El matrimonio Compson tiene 4 hijos. En este orden: Quentin, Candace (Caddy), Jason y Benjamin (Benjy).
La primera parte la narra la mente enferma de Benjy (no está clara su enfermedad, un retraso mental, parece. Un idiota, si tenemos en cuenta el verso de MacBeth que sirve de título a la novela). Es un monólogo interior, al igual que los nuestros, pero caótico. Mezcla pasado y presente; colores y olores tienen una entidad predominante en su mente.
Tres criados negros cuidan de Benjy en distintos años: Luster en el presente (1928), T.P. durante la adolescencia de Benjy y Versh durante su infancia.

La segunda parte la narra Quentin, alumno de Harvard gracias a que sus padres vendieron un prado, el favorito de Benjy. También es monólogo interior, por eso alterna lo que vive con lo que recuerda o lo que siente. No quiero desvelar el final trágico de Quentin, otro de los pilares dramáticos de la decadencia familiar de los Compson.
Caddy queda embarazada de Dalton Ames. Quentin, que adora a su hermana, se enfrenta a él, pero en balde. Embarazada y sola, Caddy se casa entonces con Herbert Head, a quien Quentin encuentra repulsivo pero Caddy está resuelta: Ella debe casarse antes del nacimiento de su hija, pero Herbert Head descubre que la niña no es suya y se deshace de manera infame de madre e hija. Los vagabundeos de Quentin a través de Cambridge (población en la que está la universidad de Harvard) corren paralelamente a los pensamientos de su dolorido corazón por haber perdido a Caddy, pues ésta es repudiada por la familia y apartada de ella, dejando sólo al fruto de esa relación extra matrimonial bajo el techo Compson. La hija que llamarán Quentin.

La tercera parte es algo más fácil de leer. Está narrada por Jason, que es el pilar económico de la familia después de la muerte de su padre; mantiene a su madre Caroline, a su hermano Benjy, y a su sobrina Miss Quentin, así como a toda la familia de sirvientes negros. Este rol lo ha hecho cínico y amargado. Jason va tan lejos que extorsiona a Caddy, convirtiéndose en el tutor de Miss Quentin, para luego aprovechar su posición y robar así las sumas de dinero que envía Caddy para el sustento de su hija, haciéndole creer además a su madre, mediante unos cheques falsos que ella quema, que por dignidad no reciben el dinero de la mujer que trajo la vergüenza a la familia; dinero que él se va guardando. Jason desprecia a todo el mundo,  es violento e irascible.

La cuarta parte tiene un narrador omnisciente, pero se ayuda del punto de vista de Dilsey, la arquetípica matriarca de la familia negra sirviente de los Compson. Ella, en contraste con los decadentes Compson, saca una tremenda cantidad de energía de ella misma y de su fe religiosa, y así se erige como una orgullosa figura frente a una agonizante familia de terratenientes sureños. A través de ella podemos ver, en cierto sentido, las consecuencias de la decadencia y la depravación en las que los Compson han vivido durante décadas.

No cuento más para no desvelar nada. Adjunto un cuadro genealógico para ayudar a la lectura.




jueves, 11 de abril de 2013

El invierno del mundo, de Ken Follett

Acabo de terminar este ladrillo de novela. Me refiero tanto a lo físico, es un tomo pesado, como a lo literario, es una de sus peores novelas.
Vale que yo le veo los hilos de las marionetas, los engranajes del reloj -aunque no consigo copiar esa técnica tan efectiva-, pero creo que ha bajado su nivel al del best-seller ramplón y simple.
También acepto que hay algunas licencias y reglas para acceder al mayor número de lectores posibles, pero me parece que ha bajado la calidad incluso dentro del género. Es un libro que no engancha igual pese a tener episodios muy bien narrados y escenas magistralmente descritas. Por primera vez he tenido la impresión de ser un libro escrito por otros, los siempre desmentidos negros. Es sospechoso que se repitan determinados patrones.
Los personajes son estereotipos maniqueos. Los buenos son muy buenos, héroes, sin defectos. Se juegan la vida por los semejantes, son generosos, inteligentes, trabajadores, humildes, luchadores... perfectos hasta el vómito. Por la misma razón, no son creíbles. Eso cuando no llegan a producirme rechazo. Los malos son malísimos y no tienen virtudes. Pero no pasa nada, al final la justicia les cae a plomo, tarde o temprano, para tranquilidad de los lectores.
Las mujeres son todas igual de arquetípicas: bellas, generosas, heroínas que se dejan violar para salvar a una adolescente de este acto infame, por ejemplo. Como si ese gesto en la vida real hubiera servido de algo. Da igual que fueran chicas o mujeres acomodadas económicamente, incluso de clase alta. Se rebajan a fregar, socorrer heridos y mezclarse con trabajadores humildes, tan grande es su naturaleza. Lo peor de todo es que todas las protagonistas parecen ser la misma: Daisy, Maud, Clara, Zoya, Joanne... Se comportan igual, piensan igual, se sacrifican igual, tienen los mismos ideales...
El sexo es explícito y, a menudo, precipitado. Ken Follett afirma que en sus novelas tiene que haber una mujer fuerte y sexo, porque en la vida real lo hay. De acuerdo, pero creo que se pasa de rosca y se excede en sus propios planteamientos. Hasta de política satura.
Los héroes masculinos son igual de idealistas. Superan las adversidades y sobreviven a guerras, palizas y todo tipo de violencia. Su valentía es abrumadora, son todos guapos, altos y -aunque no lo dice- su grupo sanguíneo O-, puede que incluso tengan más de 6 litros de sangre en el cuerpo y sea más roja que la de nadie. Todos triunfan en sus objetivos personales y profesionales. ¡Qué suerte tienen! Ah, no, perdón, no se trata de suerte, es por méritos.
En fin, sigue siendo un libro eficaz, entretenido, con los ingredientes necesarios para mantener la atención, pero el talento del autor parece diluirse con la edad, como una sopa rebajada con agua del grifo.

domingo, 7 de abril de 2013

Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift

Parece que he tardado mucho en añadir una entrada a mi blog, pero ¿a quién le importa? No me lee nadie así que no he recibido peticiones de nuevas reseñas o comentarios. Bueno, sería injusto decir que nadie por esos cuatro incondicionales que me siguen quién sabe por qué.
Y sí, he estado leyendo todo este tiempo. Soy de esos que leen varios libros al mismo tiempo. No sólo alternando ensayo, poesía, manuales técnicos y narrativa, sino leyendo varias novelas a la vez. Sé que no soy el único (hace mucho tiempo lo pensé) y así he terminado un manual de técnica narrativa de Enrique Páez y este que comentaré a continuación. A punto estoy de acabar el último de Ken Follett y otro de Napoleon Hill. Y todo ello sin dejar de leer relatos, artículos, fragmentos, cuentos infantiles, sobrecitos de 8 gramos de azúcar de caña y prospectos de antibióticos. Todo lo que tiene letras imanta mis pupilas de manera enfermiza.
Creo que resumir un libro de sobra conocido es baladí. Dar mi opinión, presuntuoso y banal, pues a nadie le importa lo que los demás piensen, salvo que coincida con lo que uno cree. Pero como es mi blog y escribo para mí, para recordar mis lecturas y sensaciones, para ordenar mis impresiones y pensamientos, me perdono la subjetividad o el orden arbitrario del contenido.
Swift escribió este libro en 1726... y nada ha cambiado. Es conocida la historia del primer viaje, a Lilliput, sobre todo por sus adaptaciones a los cuentos infantiles. Pero Lemuel Gulliver hizo otros tres viajes.
Se puede leer todo el libro como un cuento infantil, aunque no tanto salvo que se simplifiquen algunas palabras y escenas. También se puede leer como una crítica social y política a la Inglaterra de su tiempo. E incluso como una censura a la naturaleza humana. Al gusto del consumidor.
En Lilliput Gulliver es un gigante sometido al monarca lilliputiense. Se trata de un gobierno absurdo, con algunas normas lógicas (como que el fraude es más grave que el robo y el abuso de confianza en lugar de atenuante del delito constituye un agravante). Consideraban el castigo un defecto del sistema legal. ¡Cuánto más eficaces son los premios! Idea moderna, ¿no? La ingratitud, un crimen capital. ¿Qué dirían de la envidia española? Dentro de su forma de pensar, el discrepar de cómo cortar un huevo les llevó a la guerra con Blefescu. Al final, los paradigmas perniciosos los tenemos hoy también y nadie sabe desde cuándo algo se hace de una determinada manera y lo diferente es peligroso y, por tanto, se prohíbe.
En el segundo viaje recala en Brobdingnag y allí Gulliver es el enano, también sometido. Ahora puede parecer más evidente, por una cuestión de tamaño. Pero tengo la sensación de que es de actitud pues también en Laputa y el país de los Houyhnhnms es un personaje sumiso y habla de sus "amos".
En Brobdingnag aprovecha sus conversaciones con el monarca para cuestionar el sistema educativo y parlamentario inglés del siglo XVIII, pero muy bien podría haber estado hablando de España hoy. Una frase que habla por sí sola: "se maravillaba de que un Estado pudiese, como un ciudadano corriente, gastar más de lo que ingresaba".
Laputa, Balnibarbi, Glubbdubdrib, Luggnagg y Japón. ¡Uf! Casi no puedo ni pronunciar estos destinos. Jaaa-pón. Continúa el tono filosófico y crítico del viaje, más heterogéneo. Los magos que le permiten hablar con los grandes personajes del pasado le permiten evidenciar a la historia como una manipulación de los hechos realizada por los cronistas (no en vano la escriben los vencedores de las guerras y los que tenían dinero para pagar a escribanos y escribientes). Los propios escritores reniegan de los que les han glosado.
En el país de los Houyhnhnms los hombres son los yahoos. Antropomórficos, pero más salvajes que los houyhnhnms, que son seres racionales. Que se trate de equinos es lo de menos. El hombre es primitivo, salvaje y sometido a los animales superiores: los caballos. Un país sin la palabra mentira, "la cosa que no era", donde todo es bucólico y perfecto. Se exalta la racionalidad como germen de la justicia, el equilibrio con la naturaleza y la ausencia de enfermedades, de maldad. Hasta la muerte constituye un mero trámite.
Critica despiadadamente, entre otras muchas, a los abogados ingleses y al hipócrita sistema jurídico. En realidad, saca a relucir el autor aquí su todo su arsenal misántropo. Ignoro si confiaba en que el ser humano podía cambiar y mejorar. Cada día que pasa yo estoy más convencido de que un individuo podría; la sociedad no.
"Piensan que una breve pausa silenciosa mejora la conversación de un grupo". ¡Qué inteligentes los Houyhnhnms!

lunes, 4 de marzo de 2013

Aura, de Carlos Fuentes


Un relato breve, con realismo mágico (que yo creía exclusivo de Sudamérica; la historia tiene lugar en México) y una historia tenebrosa que me ha recordado a “Una vuelta de tuerca” de Henry James.
El historiador Felipe Montero lee un anuncio en el periódico ofreciendo un buen sueldo por terminar la autobiografía de un general fallecido. Su viuda centenaria, Consuelo, vive en una casa apenas iluminada, con gatos inexistentes, un conejo en su cama y una sobrina, Aura, cuyos ojos verdes cautivan a Felipe. Consuelo parece controlar a Aura hasta confundirse las identidades, igual que Felipe acaba reconociéndose en las fotos del difunto general.
Lo más novedoso, y que me ha incomodado, es leer el narrador en segunda persona y el tiempo verbal, que pasa del presente al futuro sin razón que lo justifique, pues todo sucede en el mismo plano temporal. Quizá sea su forma de conseguir crear la atmósfera de misterio.

martes, 5 de febrero de 2013

La noche en que Frankenstein leyó el Quijote

¡Qué placer!
Un libro que me ha enganchado de principio a fin. Santiago Posteguillo ha recopilado una serie de ensayos sobre literatura, con anécdotas de los autores o los propios libros, la mayoría desconocidas. O casi. Es la historia que hay detrás de los libros, que hace la Literatura más humana y próxima.
Además, lo hace de forma amena sin renunciar al rigor.
Me encanta este libro. Ya estoy deseando releerlo.

lunes, 4 de febrero de 2013

Travesuras de la niña mala


Ricardo Somocurcio soñaba con huir del barrio de Miraflores en Lima y viajar a París y vivir allí. Consiguió este sueño, trabajando de intérprete. Se enamoró de adolescente de una chica que no le correspondió, pero que acaba entrando y saliendo continuamente en su vida. Una chica camaleónica, ambiciosa, que constituye su amor platónico: la niña mala. Va detrás de ella a Londres y Tokio, vuelven a París… Es un amor que le colma, le desespera, le ata, pero le hace sentir vivo.

Sin embargo, ese amor por Lily, una peruanita que aparece y desaparece en su vida, se parece más a una pesadilla. “La niña mala” tiene varios nombres en su vida conforme se va casando con distintos hombres, siempre de alto poder adquisitivo. Dejó de ser Lily la chilenita y la camarada Arlette para pasar a llamarse madame Robert Arnoux, Mrs. Richardson, Kuriko… Ella era consciente de que lo que quería en la vida era dinero y no se conformaba nunca, siempre necesitaba más. Sólo cuando tenía problemas, dejaba un hueco a Ricardo en su vida para compartir escarceos sexuales en los que ella no se involucraba, se dejaba hacer. Ricardo, como un cordero, protestaba, pero volvía a caer en la tiranía emocional de Lily. Ella sólo parecía disfrutar del sometimiento a su compatriota, se sentía halagada por las cursilerías (huachaferías) que le decía y disfrutaba de su poder sobre él. El niño bueno, el enamorado idiota que traga con todo y que, pese a los años, no aprende. Cuesta creer que alguien permanezca tan ciego a pesar de todo lo que descubre. Si es amor lo que siente Ricardo (el ser humano es muy complejo) se trata de un amor enfermizo. Yo no lo llamaría amor sino enamoramiento, aunque tenga tintes de ambos.

Me gusta algo más el personaje del Trujimán. Precisamente por no ser tan maniqueo ni ideal, es más creíble. No es alguien atractivo, pero su autenticidad hace que caiga simpático. Otros personajes están apenas bosquejados a pesar de no estar de paso en la historia, como el matrimonio Gravoski que acaba viviendo en la puerta de al lado o el señor Charnés, que tanto trabajo le consigue.

Esta novela de Mario Vargas Llosa no es de las mejores. Ni suyas ni en general. Es inevitable tener la sensación de que la escribió por encargo y, pese a que soy el primero en reconocer y defender que el narrador no es un alter ego del autor, creo reconocer o intuir rasgos o pensamientos del escritor peruano en Ricardo Somocurcio, el protagonista. Hay pasajes muy buenos y otros que parecen de relleno. Da la sensación de no estar equilibrada, de tener distinto ritmo, no siempre acorde con la historia. Se lee bien a pesar de algunos localismos idiomáticos peruanos. Sin embargo, hay fragmentos inverosímiles y algunos tópicos. No me creo cómo rompe a hablar Yilal ni su relación con la niña mala.

El Bebedor de Lágrimas


Compré hace un tiempo este libro de Ray Loriga porque quise conocer cómo escribe un nuevo autor, ya consolidado en la panorámica literaria actual. Bueno, pues ahora ya no suena tanto. Y también lo compré por la estética del libro. Pues un patinazo. La narración me parece muy del gusto de los norteamericanos, por tema y por ambientación. Pero me pareció superficial, ligera, descompensada. Había algún párrafo con una buena descripción, pero los personajes son clichés y la historia…

Circula una leyenda: cuando una chica sufre un desengaño amoroso aparece un espíritu para vengarla, alguien o algo que con su espada despedaza al donjuan. Fantasmas, un investigador… no sé, una novelita para adolescentes de poco pensar.

martes, 22 de enero de 2013

Un regalo de felicidad

Los Reyes Magos han traído unos libros a mis niñas. Parecían cuentos infantiles, sin más. Pero no. Son libros con pensamientos. Por ejemplo, "Un regalo de felicidad" de la argentina Cristina Portorrico. Tiene mensajes positivos, narrados en primera persona.
Me recuerda mucho a "El monje que vendió su Ferrari" o "El secreto", pero en clave infantil. La fuerza de los pensamientos, la maravilla de la creación, fijarnos en el detalle, la bondad del silencio, el amor a la familia, dar gracias por tantas cosas de las que difrutamos, el fluir de la naturaleza...
Las ilustraciones también son preciosas.
Son cuatro libros que transmiten una energía positiva, un mensaje constructivo.
Me gusta que se escriban cosas profundas para los niños. Son pequeños, pero no simples.

sábado, 5 de enero de 2013

La Carretera, de Cormac McCarthy


Un padre y un hijo avanzan por una carretera, muertos de hambre y de miedo. Atraviesan una tierra devastada, gris, todo es ceniza. Ríos sucios, pueblos abandonados, toda la naturaleza… muerta. Avanzan hacia el sur, escondiéndose del resto de seres humanos que se encuentran, rebuscando comida o cualquier objeto útil para sobrevivir. Todo lo que le rodea está muerto, calcinado, destruido. Una pistola con una bala para una salida de emergencia les acompaña todo el viaje.

No explica qué ha pasado al país (o al planeta), por qué algunos se han vuelto caníbales ni qué esperan encontrar que les salve. Sólo hay escombros y violencia. El ritmo es lento, la narración a menudo es repetitiva, hay pocos puntos de tensión que, en realidad, no crean la emoción necesaria que atrape al lector. La forma de narrar distancia algo al lector, al menos a mí. No pasé miedo por ellos, no sufrí sus adversidades y apenas me alegré de sus escasos golpes de suerte. He encontrado un pequeño manual de supervivencia a través del ejemplo del padre. Por otro lado, no he visto reflexiones, no hay una crítica de las sociedad que se ha autodestruido, nada de juicios de valor.


Frases cortas. A veces en lugar de comas. Casi telegráfico. Así es como narra el señor McCarthy esta historia. Sin embargo es muy plástico, se ve perfectamente el paisaje, casi se huele la ceniza. No hay nombres. El padre es “el hombre” y el hijo “el niño”. Sin duda, algo premeditado para transmitir intemporalidad, ubicuidad y de una humanidad impersonal. Tampoco emplea guiones ni comillas para los diálogos, lo cual no impide la perfecta comprensión de quién habla. Esto ha hecho que reflexione sobre el método tradicional… El léxico es extraordinario, preciso, rico. He encontrado muchas palabras que desconocía. Pero también las metáforas, tan precisas y acertadas. Sólo he echado en falta algo más de sentimiento, de transmitir mejor lo que sienten los protagonistas cuando sus actos, por muy representativos que sean, no expresan sus emociones. Quizá el autor haya querido que eso lo pongamos nosotros, que no seamos perezosos y rellenemos con nuestra imaginación lo que ya sabemos.


Técnica literaria


He leído hace poco dos libros, “Consignas para escritores” de Jorge Eduardo Benavides, y “Para ser novelista” de John Gardner. No sé cuántos libros, ensayos, artículos, manuales y páginas de Internet he leído ya para aprender a escribir mejor. El coste de estas lecturas, y prácticas, fue siendo cada vez mayor pues el beneficio marginal era cada vez menor, es decir, cada vez aprendía menos cosas nuevas. Por eso apenas añado este tipo de lecturas a mi rutina. No obstante, considero necesario leer y releer textos de técnica literaria de vez en cuando porque sí ayudan a recordar y reafirmar lo que sabemos. Sobre todo porque hay aspectos que no practicamos o géneros que no son los nuestros.

Sin embargo, de donde más se aprende es leyendo a los grandes. Leyendo buenos libros y buenos autores (porque sí, los hay, existe la diferencia), se aprende. Tomando notas mentales (y mejor en papel) y procurando retener por qué funciona una historia, por qué un personaje trasciende a las páginas, cómo logra expresar una emoción o una imagen con tanta eficacia…