La novela más entretenida de Arturo Pérez Reverte en años. Tediosa a ratos, pero muy plástica y kinestésica. El ritmo es lento, reflexivo, los personajes miden sus palabras, analizan cada gesto y cada silencio. Me gustan los paisajes, los cuadros de luz, olores y sensaciones. Los detalles están reflejados con precisión, los reconocemos como propios. También me agrada la sabiduría de los protagonistas. En cambio, no el ritmo que alarga las escenas sin avanzar, hundido en reflexiones e interpretaciones ante cada gesto o palabra. Hay momentos de tensión, pocos, pero de auténtica emoción. Sin embargo, predominan las escenas sosegadas, reposadas, incluso melífluas.
Tengo una sensación de déjà vu con los personajes. Max Costa es Coy y es Lucas Corso y puede que Andrés Faulques. Mecha Inzunza es Tánger Soto, no tanto Teresa Mendoza, aunque La Mujer es una misma a través de la historia, creo que sostiene el autor, está en cada una de las mujeres del planeta.
Max Costa es un bailarín mundano, en las múltiples acepciones del término. Conoce a bordo del Cap Polonio a Mecha Inzunza y surge una atracción entre ellos. A pesar de ese amor difícil, sólo se ven en tres ocasiones a lo largo de su vida. En 1928 en Buenos Aires, donde desembarcaron; en 1939 en Niza y en 1968 en Sorrento.
En Sudamérica Max ayuda al marido de Mecha a componer un tango al estilo original, de la Guardia Vieja. En Niza se ve involucrado en un caso de espionaje relacionado con la Guerra Civil española. En Sorrento es un torneo de ajedrez lo que les reúne de nuevo.
No puedo evitar, al leerlo, recordar la película "Atrapa un ladrón". La elegancia del ladrón de guante blanco, bailarín y galán, con principios. Y ella, Grace Kelly, portada incluso de la novela.
Me he dado cuenta de que la historia más reciente la narra en presente de indicativo, en contraste con las otras dos, de un pasado anterior... Las escenas de sexo son explícitas y los cigarrillos, omnipresentes.
En resumen, una historia entretenida, la mejor del autor en años, tanto en forma como en fondo.
Max Costa es un bailarín mundano, en las múltiples acepciones del término. Conoce a bordo del Cap Polonio a Mecha Inzunza y surge una atracción entre ellos. A pesar de ese amor difícil, sólo se ven en tres ocasiones a lo largo de su vida. En 1928 en Buenos Aires, donde desembarcaron; en 1939 en Niza y en 1968 en Sorrento.
En Sudamérica Max ayuda al marido de Mecha a componer un tango al estilo original, de la Guardia Vieja. En Niza se ve involucrado en un caso de espionaje relacionado con la Guerra Civil española. En Sorrento es un torneo de ajedrez lo que les reúne de nuevo.
No puedo evitar, al leerlo, recordar la película "Atrapa un ladrón". La elegancia del ladrón de guante blanco, bailarín y galán, con principios. Y ella, Grace Kelly, portada incluso de la novela.
Me he dado cuenta de que la historia más reciente la narra en presente de indicativo, en contraste con las otras dos, de un pasado anterior... Las escenas de sexo son explícitas y los cigarrillos, omnipresentes.
En resumen, una historia entretenida, la mejor del autor en años, tanto en forma como en fondo.
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