martes, 24 de enero de 2017

56 libros










56 libros leí el año pasado. Por encima de mi media anual de 41...

Como siempre, uno ha de ser una relectura, uno en otro idioma, uno de un autor que no conozca, uno del que no tenga ni idea (ni libro ni autor), uno de un clásico...

Hubo de todo, como era de esperar. Sin embargo, el balance es positivo.

Rebeca, de Daphne du Maurier



La película, de pronto, me parece menos buena. Es fiel al libro, está muy bien interpretada... pero el hecho principal de la historia es diferente, muy diferente. Como no quiero destripar el libro al que no lo haya leído, sólo apuntar que es mejor, más coherente con el conjunto de lo que sucede. En inglés, además, se disfruta de matices que se pierden con la traducción (como en todas, supongo).

La autora escribe mejor de lo que pensaba. El léxico, el ritmo, los cambios de escena, las emociones de los personajes...

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff


Una relectura de las que hago cada año. Pensé que me iba a aburrir de ya conocido, pero no. Incluso volví a apenarme por el buen Frank Doel. 

Siento nostalgia de un tiempo que no viví, añoranza por una época en la que el tiempo discurría con más calma, los libros eran algo más que papel impreso y las personas importaban.

El tenis como experiencia religiosa, de David Foster Wallace


Para los que nos encanta el tenis, una lectura muy interesante. No por la información, sino por los detalles que a veces se nos escapa. También por los que no conocemos. 

Llegué a este libro pensando que sería narrativa, pero son un compendio de artículos literarios, de su experiencia (del autor) en el US Open de 1995 y la final de Wimbledon entre Federer y Nadal. Muy bien escritos. Me ha gustado.

Lo que sé de los hombrecillos, de Juan José Millás


Escribe muy bien, narra con precisión y rigor. Pero la historia no me engancha.

Más maldito karma, de David Safier


En su línea. Entretenido, sin rigor documental, divertido, cómoda de leer. Un entretenimiento ligero que deja buen sabor de boca.

Estimado señor M., de Herman Koch



Para que no te pierdas en el barrio, de Patrick Modiano


El melocotón que me estoy merendando me va a dejar mejor sabor de boca que esta novela. Volví a Patrick Modiano porque lo citaba otra novela que sí me gustó... y es que los premio Nobel de Literatura no son lo mío. Aburren. Al menos en la literatura reciente. Me faltan Borges y Delibes, por ejemplo.

Últimamente leo muchas novelas francesas contemporáneas, de Antoine Laurain, Laurence Cossé, Emmanuel Carrère, Jean-Paul Didierlaurent, Sophie Divry, Amélie Nothomb, Iréne Némirovsky, Anna Gavalda, Muriel Barbery, David Foenkinos... con resultado dispar aunque, en general, positivo. Y habrá quien me recrimine la falta de autores galos más intelectuales o que lea también a autores españoles... Pues vale.

A lo que iba. Volví a leer a Modiano, pero creo tener la certeza –menos cuanto mayor soy– de que no voy a comprar ninguna novela más de este autor.

Tengo la sensación de leer siempre el mismo libro. Siempre una novela de intriga sin llegar a ser policiaca, muy intimista o reflexiva, también subjetiva, con el punto de vista y las emociones de un personaje en primer plano.

Las circunstancias o sucesos son también peculiares. Con la inverosimilitud de lo kafkiano, pero más ordinarias. Una sensación de grisura lo impregna todo.

La novela me ha resultado espesa, viscosa. Fácil de leer, pero incómoda de vivir.

El escritor Jean Daragane recibe una llamada que le ofrece recuperar una agenda de teléfonos perdida. Sale de su aislamiento para rebuscar en las calles de París y en su memoria unos fragmentos de su pasado que había olvidado. No interesa el crimen en sí, tampoco el éxito de la investigación, tan sólo borrar la niebla que hundió los recuerdos en el olvido. 

Como siempre, las descripciones son mínimas. No lograba el autor que me interesase quién era Torstel. Tampoco resulta interesante, más que para Daragane, descubrir quiénes fueron aquellos personajes de su infancia. Si hubiera dejado la novela por la mitad no me quedaría con las ganas de saberlo. Da igual por qué su madre lo dejó en manos de una mujer que falsificó un pasaporte para él e intentó pasar la frontera. Los hechos no importan, sólo sus impresiones, recuerdos, emociones... como son subjetivas, a mí tampoco me importan.

La mujer de la libreta roja de Antoine Laurain



Una historia que me ha gustado, un libro que he disfrutado y de cuya compra no me arrepiento. ¡Por fin! Estoy deseando releerlo.

Un librero se encuentra el bolso de una mujer. Un bolso robado, pues falta la cartera y el dinero. Con el resto de objetos el librero se pone a indagar para descubrir a su dueña y poder devolvérselo. Así de sencilla es la historia.

"Nostalgia de lo posible", ese concepto acuñado por Pessoa y que  impregna el libro. Es una emoción que todos hemos sentido, o eso creo. Es esa añoranza de una historia o realidad que nunca tuvo lugar, es cuando echamos de menos a alguien o algo que no ha existido, lo sabemos, pero casi dudamos de tan intensa que es la emoción que nos provoca.

No se trata de una novela de intriga ni una historia romántica, pero tiene un poco de ambos. Me gusta cómo está escrito, con eficacia y plasticidad, sin extenderse en descripciones aunque sin omitirlas. Los diálogos no tienen guión, son punto y seguido, pero se entienden sin problema. Una historia sencilla, fresca, tangible, breve y bien escrita. 

He leído varios libros de libreros y librerías estos meses y es inevitable las referencias a autores y obras destacadas. Indefectiblemente, los franceses se citan a sí mismos. El chovinismo francés no es un cliché. Sus autores se citan entre ellos como lecturas de sus personajes, referencias literarias... e ignoran a tantísimos grandes autores españoles, argentinos, peruanos, mejicanos, alemanes, italianos, ingleses, norteamericanos, checos, rusos... No existen, parece.

Zapatos italianos, de Henning Mankell




Una librería con magia, de Thomas Montasser


Decepcionante. El ambiente, los que narra... va impulsando la historia, sin tensión, pero no llega al corazón.