martes, 2 de febrero de 2016

Como la sombra que se va, de Antonio Muñoz Molina



Es una pena cuando hay que dejar de leer un libro porque no te gusta. Más aún cuando se disfruta de lo bien escrito que está. Pero hace ya tiempo que decidí no terminar los libros, ni concederles ya la lectura de la mitad, si no lo leía con gusto.

En esta novela no conseguía mantener el interés. No me importaba la reconstrucción hipotética de la huída del asesino de Martin Luther King y poco más la vida del autor mientras creaba "El invierno en Lisboa". La pugna entre la historia (no pasaba nada) y la forma (una forma de narrar muy plástica) se perdió a favor del abandono.

Y eso que al final del libro hay más referencias al proceso creador, a la actitud del escritor, a la esencia de la escritura... y todo esto me habla en mi idioma. Sin embargo, no es suficiente. Me caen muy bien Antonio y Elvira, me gusta lo que suelen escribir, pero mi vida tiene una duración limitada y no puedo privar de su oportunidad a tantos libros que me esperan para ser leídos.