viernes, 29 de julio de 2016

El guión: sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura de guiones, de Robert McKee


"Más tarde, antes de entrar en la universidad, consideré que la mejor vida imaginable incluye tantos partidos de golf como sea posible, por lo que decidí hacerme dentista. «¿Dentista?», se rió mi madre. «No puede hablar en serio. ¿Qué ocurrirá cuando se solucionen todos los problemas odontológicos? ¿Dónde estarán entonces los dentistas? No, Bobby, la gente siempre necesitará entretenimiento. estoy pensando en tu futuro. Te vas a meter en el mundo del espectáculo.»"

Este párrafo está incluido en su dedicatoria y me recuerda a esa pregunta o juego en la que se plantea la necesidad de salvar a determinadas profesiones en una catástrofe en función de su utilidad para la sociedad: médico, maestro, ingeniero, abogado, policía... ¿Y el narrador? Ésta sí que es una profesión que ha existido desde que el hombre es mono y en todas las civilizaciones y países. No es la mejor pagada, pero tampoco se valora y remunera con justicia el trabajo de una ama de casa, un voluntario  en labores humanitarias o un investigador.

En mi afán de continuar aprendiendo —afán, vocación, necesidad...— he hincado el diente a esta biblia de los guionistas. No pretendo escribir un guión, pero sus recomendaciones son válidas para todo escritor. Da perspectiva al guionista —y, por ende, al novelista— de lo que funciona en el mercado cinematográfico y enseña a crear historias bien construidas, que son las que tienen posibilidad de venderse a Hollywood.

Y es que no pretende ser un manual de creación de obras maestras, sino enseñar a escribir historias que funcionen. Siempre con la referencia de la realidad del mercado actual —fundamentalmente del cine, claro— donde se echan en falta buenas historias.

Distingue talento de oficio y se pregunta por qué en Europa se enseña en las universidades a pintar, esculpir, etc. pero no a escribir. Como si aquí creyésemos que la escritura es un arte puramente genial e intuitivo.

Es un libro muy completo que recomiendo sin duda alguna. Es grueso y denso, así que hay que estudiarlo con tiempo y calma, digiriendo su contenido para que aproveche.

A lo largo de todo el libro tendremos cientos de ejemplos que sustentan sus argumentos, confeccionando de paso una lista de películas con las que disfrutar. 

Una garantía, para el que necesite referencias, es que Robert McKee es responsable de historias como El hombre elefante, Gandhi, El color púrpura o Forrest Gump. Y de entre sus alumnos surgieron series geniales como Friends, Cheers y Ally McBeal.

¡Muuu!, de David Safier


Una vaca, Lolle, escapa de su granja del norte de Alemania junto con el toro que la ha engañado con una de las otras tres vacas que huyen con ella. Les guía, a su manera, un gato con mucho mundo. Huyen de la matanza que va a haber de toda la vacada ya que el ganadero vende la finca y todo el ganado. Se dirigen a la India, el paraíso de las vacas.

Es la novela que menos me ha gustado de David Safier. Parece un cuento infantil, sin serlo y adolece de falta de rigor (nunca lo pretende el autor) aunque lo lleva hasta la inverosimilitud. Con un argumento débil, escenas sin fuerza y cargado de reflexiones filosóficas superficiales, me ha dejado mal sabor de boca. Tan sólo algún diálogo ingenioso impulsó su lectura.

lunes, 18 de julio de 2016

El chino, de Henning Mankell


Un crimen atroz, el mayor de la historia de Suecia, asola al país en 2006. En Hesjövallen, un pueblo de la Suecia interior, aparecen muertos casi todos sus habitantes. Resultan ser familiares y han sido degollados de forma cruel. Una juez, Birgitta Roslin, investiga el crimen, siguiendo la pista china. Todo parece remontarse a siglos atrás. La construcción del ferrocarril en el oeste americano, chinos empleados como esclavos casi, la China actual que vive en una contradicción por mantener sus tradiciones e ideales maoístas y seguir el ritmo del desarrollo capitalista, países africanos dispuestos a acoger a millones de chinos para cultivar su tierra...

Leer a Henning Mankell es casi una garantía de entretenimiento. Esta novela, a pesar de no estar protagonizada por Wallander, también engancha. Sin embargo, no entiendo por qué la gente la valora tanto. Las descripciones no están muy logradas, ni de los personajes ni de los escenarios. Hay escenas sin mucho sentido y momentos de la trama que no se sostienen. También me parecen excesivas las reflexiones y digresiones históricas, los recuerdos del pasado de la juez, los comentarios y alegatos del narrador —aunque los ponga en boca de un personaje— y algún otro detalle. También de la traducción tengo mis dudas, pero es una batalla perdida. El lenguaje de los personajes no es natural. ¿Quién dice hoy, al hablar, "a la sazón llamado Rodesia"? Es sólo un ejemplo. Cuenta mucho, en lugar de mostrar... Estos detalles hacen que caiga un poco mi valoración global de la novela.

Es curioso un detalle: entiendo mejor los topónimos chinos que los suecos 😀. 

El librero, Roald Dahl


En esta ocasión no se trata de un relato para niños. Al menos de los pequeños. Sino de una historia, breve, de un librero y su secretaria, que se dedican a estafar a viudas bajo la tapadera de una librería de la famosa calle londinense donde hay tantas: Charing Cross Road.

La personalidad de los personajes viene reflejada en su físico y la idea de su negocio es ingeniosa. Lo menos verosímil, hoy, es la red de cuentas bancarias que abrieron... Como es un relato no se puede contar mucho sin destriparlo (espoliear podría ser un neologismo de los que tanto gustan).

El libro viene completado con unas magníficas ilustraciones de Federico Delicado.

jueves, 7 de julio de 2016

5 secrets of story structure, by K. M. Weiland


Como sabes, no dejo de estudiar y aprender. Me gusta mucho —por mi mentalidad cartesiana, no tanto por mi disciplina bohemia—esta escritora en su faceta didáctica. Tengo todavía pendiente leer sus novelas.

Tener una estructura bien medida y que se ajusta a los parámetros que cumplen las obras con mayor éxito me facilita el trabajo. No obstante, en ocasiones me parece demasiado rígido, hasta el punto en que temo que encorsete la naturalidad de la historia. 

Supongo que haré lo de siempre, lo que propuso Aristóteles: aurea mediocritas.

El bigote, de Emmanuel Carrère


Anagrama es una editorial que me gusta, creo que ya lo he dicho alguna vez. Su selección de obras y autores suele coincidir con mis preferencias.

Esta novela te encontrarás la historia de un hombre que se afeita el bigote que ha lucido durante años para dar una sorpresa a su mujer. El cambio es evidente, notorio e imprevisto. No obstante, para perplejidad del protagonista, su esposa no lo percibe. Al principio cree que es una juego de su mujer, bromista reconocida, pero luego vienen las discusiones y las dudas. ¿Sufrirá él algún trastorno y nunca llevó bigote? ¿Será ella la que sufre alguna alteración mental? Tampoco los compañeros del trabajo muestran signo alguno de notar el cambio, ni los amigos con los que cenan, ni el del estanco...

Una historia original. ¿Se puede hacer una novela sobre un bigote? ¿Un bigote inexistente? Pues parece que sí. Aunque yo creo que se extiende demasiado y en lugar de una novela corta, 121 páginas, se podría haber escrito un relato extenso. Me ha cansado un poco, incluso me ha hecho tener la sensación de agobio de un hámster atrapado en un laberinto de cristal, algo así como cuando leía a Kafka. El mérito está, sin duda, en alargar la escena y conseguir que se lea entera.

El final es impactante...