viernes, 30 de mayo de 2014

Expiación, de Ian McEwan

Casa de campo de los Tallis. 1935. El aburrimiento burgués del verano. Robbie Turner es el hijo de la criada y ha estudiado en Cambridge porque el siempre ausente señor Tallis le pagó los estudios. Volvió con mejores notas que Cecilia, la hija mediana de la familia y que también estudió en Cambridge. La hija pequeña, Briony, con vocación de escritora a sus 13 años, prepara una obra de teatro para agasajar a su hermano Leon, el mayor de la familia. Éste llega acompañado de su amigo Paul Marshall, hijo del empresario que lograría que las mochilas de los soldados en la guerra llevaran sus chocolatinas Amo. Y Lola, la pelirroja y desarrollada prima de los Tallis que ha venido a pasar una temporada a la casa de campo con sus hermanos, los gemelos Pierrot y Jackson.

Briony, al final del libro se revela como una famosa novelista que había escrito la novela (además de hacer de enfermera durante la guerra) como expiación por su calumnia: acusar a Robbie de violar a su prima Lola. Sin embargo, ha arrastrado toda su vida los pesados remordimientos de su crimen, que no es sólo la falsa acusación sino sobre todo el haber destruido un amor incipiente entre Cecilia y Robbie. Un error de adolescente, sí, pero de fatales consecuencias que ha destrozado la vida de éstos y de ella misma, que llevará como una losa de mármol el peso de los remordimientos. Tanto, que morirá antes de publicar el libro porque Lola se casó con su violador, un magnate poderoso, que pleitearía contra la editorial si se sacaba la novela a la luz.

Expiar, según la RAE, significa "padecer trabajos a causa de desaciertos o malos procederes" y también "Borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio".

El estilo del autor es denso, pausado, como arrastrar los pies por el fango. Describe muy bien y demuestra su dominio del léxico, aunque lastra el ritmo demasiado para mi gusto. Sin embargo, he de reconocer que esta técnica es perfecta para transmitir al lector la lasitud derivada del calor veraniego, de la cadencia ociosa de las vacaciones estivales, incluso de la rutina en el hospital o de la lenta retirada a pie hasta Dunkerque.

Cambia de narrador, del omnisciente inicial a la primera persona al final. Incluso emplea el indirecto libre. Se distinguen cuatro partes: Antes de la Segunda Guerra Mundial, durante la misma, cuando Briony se convierte en enfermera y la última, en la que Briony habla ya como escritora consagrada y revela detalles de las partes anteriores. La narración avanza y vuelve, con flashbacks y recuerdos, redondeando y completando escenas con nuevos puntos de vista y reflexiones.

Me ha gustado mucho la novela. Buena historia, con sorpresa final incluida, bien narrada, original argumento, magníficas descripciones de escenarios, pensamientos y emociones. Muy recomendable.