jueves, 23 de enero de 2014

El duelo itinerante, de Fernando Cerutti

Este libro no es para leer deprisa. Es mucha la información que transmite y todo tan novedoso para mí que tenía que dosificar su lectura. Se trata de una oportunidad única de conocer esta profesión y estos proyectos, también de viajar, como con Javier Reverte y Ryszard Kapuściński, dos de los autores de referencia de Fernando Cerutti.

Gracias a él he podido acercarme a tres continentes (América, África y Asia) y a una docena de países de los que desconocía su drama con el detalle del que lo ha visto a pie de calle. Vale que el narrador y autor es un consultor de proyectos de cooperación al desarrollo (lucha contra la pobreza) y por tanto algo objetivo y externo, pero no puede evitar su visión humana y compadecerse de los destinatarios de esas ayudas de la Unión Europea. Y su humanidad se manifiesta también en el sentido del humor con las anécdotas que narra.

Son muchos también los personajes que describe, algunos con nombre ficticio, y lo hace de manera tan realista que provoca simpatías por unos y repulsa por otros.
Envidio su experiencia, la oportunidad de conocer tantos países y personas, de conocerlos de verdad, no como turista de foto y comida basura. Pero también admiro su valor, pues en algunas ocasiones su vida ha estado en peligro (selva, prisiones, agentes corruptos y violentos...).

Me caen muy bien L.A. y Lorenzo, y Enrico con su sabiduría. Y es que el libro también tiene reflexiones y citas muy acertadas.

Una definición de lo que es su libro es el de "Testimonio" tal y como lo define John Beverley. Aunque el autor no comparte la totalidad de lo que esta definición describe, se ajusta bastante:

"La novela testimonio se propone como una expresión intrahistórica, un trozo minúsculo y personalizado de historia, es la recuperación de un pasado que queda inmortalizado mediante su escritura. Esa interpretación por parte del autor lleva a considerar este género bajo la fórmula ficción + historia. El novelista es testigo de los dilemas morales, y se preocupa más por lo verosímil que por lo estético, generalmente. Elige qué inmortalizar, qué extraer del anonimato y trata de conseguir que esos personajes intrahistóricos, continúen vivos en el recuerdo de los lectores.
Este subgénero literario posee un carácter historiográfico y, al tiempo, subjetivo: es un alto en la historia para apreciar un fragmento individual y contextualizado de ella en su desnudez: es una expedición hacia la verdad subjetiva de un asunto, en forma de lucha personal, donde el Yo cobra una importancia vital en su elaboración, creando así un género literario que mezcla ficción e historia, mediante vivencias personales de un personaje, de forma que se crea una historia valorativa, casi siempre de carácter aflictivo, rememorando una época difícil, y a menudo con fines catárticos, bien para el escritor o bien para los lectores."

A Fernando le gusta describir su libro como una mesa con tres patas: novela, libro de viajes y ensayo. Como  tres patas son las tres aes de los tres continentes.

Y más allá de los viajes está el viaje más complicado y que nunca termina: el de la evolución personal. Fernando viaja, evoluciona y crece. Diez años que no terminan, pues su viaje continúa.

miércoles, 15 de enero de 2014

Juntos, nada más, de Anna Gavalda

El mejor libro que he leído en mucho tiempo. 

Camille es una chica de 26 años, casi anoréxica, que trabaja de limpiadora aunque tiene un don para el dibujo. Vive sola en un trastero-buhardilla de un edificio señorial de París. Franck es un chico malhablado, de poca cultura, pero un cocinero excepcional, que vive con Philibert, el único hijo varón de un marqués apolillado. La rebeldía de Philou es dedicarse a vender postales en un museo y su vocación la historia de Francia. Son tres rebeldes silenciosos, inconformes con la sociedad que pretende amoldarlos a lo que se espera de ellos. Philibert rescata a Camille de morir congelada en su buhardilla y los tres conviven en un piso de 400 metros cuadrados con la incertidumbre del tiempo, pues la vivienda está pendiente de adjudicación en una herencia. Se añade al grupo Paulette, la abuela de Franck, que ya no puede vivir sola. Los roces de la convivencia cuando tienen personalidades tan diferentes son inevitables. Si embargo, la bondad interior de cada uno les mantiene unidos y apoyándose en esa lucha por sus sueños.

Un libro que se devora, con muchos diálogos magistralmente reproducidos y unos personajes tridimensionales. Anna Gavalda demuestra así sus grandes dotes de observación y de escritora. 

Los diálogos apenas están acompañados de acotaciones ni descripciones, es como si les escuchásemos hablar a los personajes y, sin embargo, se entiende perfectamente el contexto y los matices. Puede que sean los mejores diálogos que me haya encontrado.

Los personajes evolucionan y, para que esa evolución resulte natural al lector, se necesitan muchas páginas. No obstante, no se hace pesado en ningún momento, la lectura es fluida. Las páginas van cayendo como copos de nieve, ligeras y agradables.

Un detalle importante que me ha llamado la atención: los tres personajes principales (de los cuatro protagonistas) son excelentes en lo suyo. Camille pinta de maravilla, Franck cocina como nadie y Philibert es un experto en historia de Francia. Como personas serán un desastre, pero se les respeta en lo que hacen y lo hacen tan bien porque les apasiona. Eso es algo que todos deberíamos tener en cuenta, deberíamos dedicarnos a lo que nos apasiona y así seríamos buenos en ello, sin duda. Les habrá mejores, pero seríamos sobresalientes. Los tres emocionan con su obra, sobre todo Camille y Franck. ¡Qué más se puede pedir! Pierre quiere exponer los dibujos de Camille y los restaurantes se rifan a Franck, que todavía "sólo" es tercer cocinero.

Alguna cita. En la página 394: "Lo que yo he leído es que si no eres como los demás, si no consigues ser lo que los otros esperan de ti, entonces lo pasas mal. Sufres como un perro y, al final, la palmas".
"No sabré pintar, pero sí sé mirar", dice Mathilde. Algo así me pasa a mí con la música, no soy capaz de reproducir de forma atinada ni una nota, pero sí aprecio la calidad y la distingo.

viernes, 10 de enero de 2014

Yo, mi, me... contigo, de David Safier

Un libro que me ha hecho quitar el mal sabor de boca de mi anterior lectura. Como cuando masticamos una nuez quemada, que necesitamos tomar de inmediato otra rica para limpiar el paladar y la lengua y para no irnos maldiciendo a las nueces.

Una vez más me he sorprendido yo mismo al soltar una carcajada mientras avanzaba por sus páginas. No siempre hay que leer a los clásicos, ni a los grandes autores contemporáneos. Hay que leer para disfrutar (y me remito una vez más al decálogo de Daniel Pennac en "Como una novela" con los derechos del lector) de buenas historias bien contadas.

El libro adolece de errores de ambientación e históricos, pero ya lo advirtió el autor, así que no me sentí estafado. Por otro lado, en la novela no deja de recordar su mensaje, el mismo que el de "Maldito Karma" o "Jesús me quiere". En síntesis viene a decir que tenemos que aceptarnos para poder querernos y así poder amar al resto del mundo y ser felices. También que si no nos realizamos como personas nos reencarnaremos, en hormiga o en Shakespeare... pero sin moralina.

De esto trata esta novela, de que las almas no mueren, se reencarnan. No son conscientes de sus otras vidas, pues el espíritu sí fallece. Salvo en esta ocasión, en la que Rosa es transportada por un hipnotizador al siglo XVII, a un cuerpo anterior, el de William Shakespeare, para que descubra el verdadero amor. Lo original de esta historia es que el dramaturgo y la mujer comparten el cuerpo, conviven los dos espíritus en una misma carcasa humana. Los diálogos son muy divertidos y las escenas rocambolescas.

jueves, 2 de enero de 2014

El mundo según Garp, de John Irving

 
"Los tres cuartos no son suficientes", afirma Garp en la novela. Para mí sí lo han sido. Ni sé por qué he leído tanto (y un poco más). 
Una vez más, creo que llevo la contraria a la inmensa mayoría de los que lo han leído. No he encontrado ni uno que afirme que no le haya cautivado o le parezca una buena novela.
A mí, me ha parecido una novela aburrida, sin interés, con historias anodinas, trufada de sexo sórdido, tan sólo salpicadas de momentos que mantenían mi curiosidad para decepcionarme al final. No me resultan verosímiles determinadas escenas, pero no las cuestiono pues seguro que la realidad ya habrá ofrecido ejemplos similares.
Jenny Fields es la madre, enfermera, que concibió a Garp de un desconocido herido de guerra y de la forma más kafkiana posible. Garp, a diferencia de su madre, no vive al margen de las sociedad, sino que se casa, tiene hijos, amigos... Ambos, madre e hijo, escriben y tienen éxito. Las aventuras de Garp son excéntricas y se incluyen los relatos que escribe dentro de la propia novela, como una matrioska. La mujer de Garp, Helen, es la que trabaja y él es amo de casa, cocina, persigue coches en su barrio y adora a sus hijos.
Ni el tema de las ellenjamesianas lo salva. Ha conseguido que mi anterior lectura me parezca mucho mejor todavía.