El mejor libro que he leído en mucho tiempo.
Camille es una chica de 26 años, casi anoréxica, que trabaja de limpiadora aunque tiene un don para el dibujo. Vive sola en un trastero-buhardilla de un edificio señorial de París. Franck es un chico malhablado, de poca cultura, pero un cocinero excepcional, que vive con Philibert, el único hijo varón de un marqués apolillado. La rebeldía de Philou es dedicarse a vender postales en un museo y su vocación la historia de Francia. Son tres rebeldes silenciosos, inconformes con la sociedad que pretende amoldarlos a lo que se espera de ellos. Philibert rescata a Camille de morir congelada en su buhardilla y los tres conviven en un piso de 400 metros cuadrados con la incertidumbre del tiempo, pues la vivienda está pendiente de adjudicación en una herencia. Se añade al grupo Paulette, la abuela de Franck, que ya no puede vivir sola. Los roces de la convivencia cuando tienen personalidades tan diferentes son inevitables. Si embargo, la bondad interior de cada uno les mantiene unidos y apoyándose en esa lucha por sus sueños.
Un libro que se devora, con muchos diálogos magistralmente reproducidos y unos personajes tridimensionales. Anna Gavalda demuestra así sus grandes dotes de observación y de escritora.
Los diálogos apenas están acompañados de acotaciones ni descripciones, es como si les escuchásemos hablar a los personajes y, sin embargo, se entiende perfectamente el contexto y los matices. Puede que sean los mejores diálogos que me haya encontrado.
Los personajes evolucionan y, para que esa evolución resulte natural al lector, se necesitan muchas páginas. No obstante, no se hace pesado en ningún momento, la lectura es fluida. Las páginas van cayendo como copos de nieve, ligeras y agradables.
Un detalle importante que me ha llamado la atención: los tres personajes principales (de los cuatro protagonistas) son excelentes en lo suyo. Camille pinta de maravilla, Franck cocina como nadie y Philibert es un experto en historia de Francia. Como personas serán un desastre, pero se les respeta en lo que hacen y lo hacen tan bien porque les apasiona. Eso es algo que todos deberíamos tener en cuenta, deberíamos dedicarnos a lo que nos apasiona y así seríamos buenos en ello, sin duda. Les habrá mejores, pero seríamos sobresalientes. Los tres emocionan con su obra, sobre todo Camille y Franck. ¡Qué más se puede pedir! Pierre quiere exponer los dibujos de Camille y los restaurantes se rifan a Franck, que todavía "sólo" es tercer cocinero.
Alguna cita. En la página 394: "Lo que yo he leído es que si no eres como los demás, si no consigues ser lo que los otros esperan de ti, entonces lo pasas mal. Sufres como un perro y, al final, la palmas".
"No sabré pintar, pero sí sé mirar", dice Mathilde. Algo así me pasa a mí con la música, no soy capaz de reproducir de forma atinada ni una nota, pero sí aprecio la calidad y la distingo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario