Estoy leyendo las memorias de Sotoancho (o, como dijo Vázquez Figueroa, "los recuerdos", porque memoria sólo hay una). Cada vez tengo más interés por las biografías, pero no es que me atraiga la vida y milagros de este marqués ficticio, sino que me son de utilidad. También porque mi estrés actual no me permite más que una lectura ligera y que no me exija continuidad.
Son divertidas, no de carcajada, sino de sonrisa. El retrato va más allá de la caricatura y es agradable encontrar guiños y referencias a personajes reales. Además, he encontrado frases muy buenas, de las de subrayar, y estoy ampliando mi vocabulario: me obliga a consultar el diccionario.
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