Como no resulta nuevo para nadie, las novelas más antiguas de Vargas Llosa suelen ser las mejores... de las suyas. Aunque el hipotético morbo del libro viene por su inminente divorcio de su actual esposa, Patricia, y su relación con una mujer famosa del papel cuché (aunque nadie utiliza ya esta expresión a mí me parece muy indicativa de los que salen en esas revistas)... a lo que iba. Que, polémicas aparte, resurgió la polémica antigua de la relación del autor con una tía suya. Y sí, vale, la novela tiene toques autobiográficos, pero que nadie espere unas memorias, es ficción. De hecho, la mejor parte es la de las radio novelas o radioteatros, que intercala en la narración. Ya me gustó su dominio de los vasos comunicantes en "Pantaleón y las visitadoras" y aquí maneja de maravilla la alternancia de historias y escenas, entremezclando algunas, confluyendo otras, rellenándose una, la total.
No digo que me haya entusiasmado la novela, pero reconozco la maestría del autor en el dominio del lenguaje.
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