miércoles, 29 de junio de 2016

Tal vez Dakar, de Pablo Martín Carbajal


La cuarta novela de Pablo. La mejor. Su madurez narrativa se nota y por fin ha escrito sobre un tema que conoce bien y le pedí hace años: África. 

Como Director General del Gobierno de Canarias en sus relaciones comerciales con el Gran Continente, sus continuos viajes y su contacto con sus habitantes, Pablo es un testigo fiable de lo que narra.

Alterna muy bien la historia del viaje de Álvaro Camino a Senegal, la máscara que no le quiere vender Mariama y la presentación de Dakar que le hace Musa con flashbacks al París de la primera parte del siglo XX y las vanguardias artísticas de entonces: cubismo, dadaísmo, surrealismo... pero enlazados por las experiencias del senegalés Senghor y su amigo de Martinica Césaire, impulsores del movimiento de la Negritud.

Una bildungsroman o novela de crecimiento, pero que no se puede encasillar, pues también tiene algo de intriga, de viajes, un crimen... Cada personaje aporta algo esencial. Musa, trasunto de alguien real; Camila, con un papel más significativo de lo que parece; los taxistas, el empresario con familia en el gobierno, el policía... Un reflejo excelente de Dakar y su gente.

Álvaro, en su teórica mediocridad, demuestra tener más valor de lo que parece. Sólo ha necesitado la oportunidad. Quiere romper con su mujer, con su padre, con su familia... con su trabajo de funcionario no, que está en la zona de confort... y se encuentra con Musa y la importancia de la familia, de pertenencia a un grupo.

En África "pobre" se suele identificar con huérfano. Y es otro de los aspectos que revela la novela. El contraste entre los conceptos occidentales europeos y los africanos (con las salvedades de tal generalización. Ya dijo Kapuscinski que África es tan descomunal y gigantesca que no se puede dar atributos comunes a ese continente) de modo que se oponen individualidad y familia, el tiempo es diferente, la riqueza se entiende de manera distinta, lo abstracto a lo concreto, la tradición frente a la modernidad...

Por no hablar de los espíritus, los djinn que aparecen en el libro y que todos creen en él, hasta el propio Senghor, de cuya preparación y cultura nadie duda.

En fin, una novela completa que seguro que deja poso.

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