"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie"
Esta cita del autor resume, en cierto modo, el espíritu del libro. Tan actual...
Reconozco que no había leído el libro, quizá porque la edición amarillenta y estropeada que tenía me daba la impresión de contener una historia rancia e insulsa. Una vez más me he llevado una sorpresa agradable. La novela tiene un ligero tono nostálgico, está bien enmarcado en los acontecimientos históricos que tienen lugar en la narración y retrata de maravilla a todos los personajes, tan humanos que se hacen querer. Además, tiene metáforas preciosas y descripciones muy plásticas. Se mastica el polvo de la seca Sicilia y se escucha el tañir cansino de las campanas bajo un sol abrasador.
La historia de Don Fabrizio, Príncipe de Salina, está inspirada en el abuelo de Lampedusa. No sólo él, sino más personajes, incluido Bendicò, el perro. Salina es el último representante de la aristocracia siciliana, llegan tiempos de cambio, la revolución de Garibaldi... pero Salina permanece estoico e impasible a los cambios, fiel a sus costumbres y rutinas. Adora a su sobrino Tancredi, que se une a los Camisas Rojas de Garibaldi a pesar de su origen. Tancredi es el típico camelador, pillo, encantador y divertido donjuán que se hace querer por todos. En Donnafugata, la residencia de verano de los Salina, ha prosperado el alcalde, don Calogero, y puede que de forma poco limpia. Pero don Fabrizio tiene que aceptar que nuevas familias entronquen con las más nobles, el dinero es su pasaporte. Tanto que da su beneplácito al matrimonio entre Tancredi y la bella hija de Calogero, Angelica. Todo cambia, todo tiene que cambiar... para que siga todo igual.
Una de las pistas, para mí, de que un libro es bueno es cuando me provoca la curiosidad de indagar en detalles sobre lo que narra. En este caso, la unificación italiana, Garibaldi, los bersagliere...
Algunas citas que me han gustado:
-Pertenece a una familia que, según me han dicho, es antigua o acabará siéndolo.
-Se puede obtener más de un interlocutor diciéndole "no he sabido explicarme" que "usted no entiende ni jota".
-Ese proceso de constante refinamiento social que al cabo de tres generaciones acaba transformando a unos labriegos brutos pero eficientes en unos caballeros indefensos.
-Los "señores" pueden montar en cólera o humillar a los demás, pero nunca les oirá usted una queja o una lamentación. Más aún, le daré una receta: si alguna vez se cruza con un "señor" quejumbroso y gruñón, fíjese en el árbol genealógico: seguro que encontrará una rama seca.
-Han conquistado algo que todos buscan salvo los santos: poder despreciar los bienes terrenales a fuerza de poseerlos. Quizá por eso no les preocupan ciertas cosas que a nosotros, en cambio, nos importan mucho; [...] he visto a don Fabrizio, hombre tan serio y tan sensato, enfadarse por un cuello de camisa mal planchado.
-Aunque no lo amase, sí estaba enamorada de él, lo cual es bastante distinto.
-Un palacio del que se conocen todas las habitaciones no constituye una morada digna.
-Es cierto que los regalos hay que valorarlos según el origen.
-Senatores boni viri, senatus autem mala bestia.
-La felicidad consiste en perseguir un objetivo, no en alcanzarlo.
-Cuán importante era permanecer impasible, porque en ello reside fundamentalmente la distinción.
-Superior a muchos, inferior a nadie.
-Mejor aburrirse uno que aburrir a los demás.
-No se habla más de las Camisas Rojas, pero ya volverán. Y cuando desaparezcan estas, vendrán otras de distinto color; y luego, nuevamente las rojas.
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