Otra lectura agradable: estoy en racha. Algo tendrá que ver haber tenido unos días de vacaciones y tiempo para leer sin interrupciones.
La delicadeza es una novela ligera, a ratos sentimental a ratos divertida. No he podido evitar escuchar en la voz del narrador la voz en off de la película "Amelie", así como de imaginarme a la protagonista como a Audrey Tautou, si bien algo más sofisticada y madura. De hecho, creo que es la intérprete de la película realizada en base a la novela.
Lo que más me ha gustado ha sido el estilo narrativo, con capítulos que no son sino una enumeración de datos, otros que parecen un guión de cine, alguno reflexivo, personajes con manías muy personales, frases muy acertadas, como cuando alude a que "vivimos sometidos a la tiranía de los deseos ajenos"... Lo mejor, las metáforas e imágenes: "Nathalie era más bien discreta (la suya era una feminidad suiza, por así decirlo). Había atravesado la adolescencia sin tropiezos, respetando los pasos de cebra", o "el aspecto malva de la melancolía"...
Markus es un personaje genial, la constatación del triunfo de la autenticidad sobre la grisura, la persona íntegra. El jefe de Nathalie es patético, en lo que nos convertimos cuando triunfamos en lo que la sociedad espera de nosotros en lugar de lo que nosotros somos y deseamos.
Nathalie es una mujer atractiva y segura de sí misma. Tiene la suerte de conocer a François (y hacerlo de una manera única y especial), encontrar un buen trabajo en una empresa sueca que fabrica krispolls, ser feliz... lo tiene todo en la vida. Hasta que muere François y su mundo se viene abajo. Todo parece haber terminado, la vida carece de sentido. Entonces aparece Markus y trae de nuevo el sol y las risas a la vida de Nathalie. No es un sustituto de François, es que la vida sigue, la esperanza está ahí, la felicidad puede volver.
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