Como cada primavera, un grupo selecto de poetas del panorama nacional (no todos, sino los elegidos) se reúne en Morilla del Pinar para unas Justas Poéticas en el Convento de las Espinosas. Poesía hay poca, sexo bastante, envidias y juergas, muchas. La hipocresía esquisita de los vates contrasta con las puñaladas, conspiraciones, pasiones oscuras y todo tipo de anécdotas que despojan de la pátina dorada al congreso literario. Se trata de un concurso casi, pues el ganador lograría suculentos contratos editoriales.
Aramburu se inspiró en las reuniones del grupo 47 alemán (al que iban Günter Grass, Heinrich Böll, etc.) y tenían el trono, igual que en la novela, para recitar los poemas propios al resto de asistentes.
Aramburu se inspiró en las reuniones del grupo 47 alemán (al que iban Günter Grass, Heinrich Böll, etc.) y tenían el trono, igual que en la novela, para recitar los poemas propios al resto de asistentes.
Este escritor me gusta. Me parece claro, lúcido, casi germánico. Ha escrito una sátira de los conventículos literarios, de los círculos de influencia en que cuenta más si eres de ellos que lo que escribas. Como en todo, en esta sociedad. Tengo la intuición de que algunos personajes serían reconocibles en la vida real, no como trasuntos, sino en detalles. Sin caer en estereotipos, sí retrata los distintos pecados capitales del ser humano, estas debilidades que nos hacen infelices. Algunas son dignas de compasión, pero los propios personajes abusan de ellas con su soberbia o victimismo.
Todavía no sé si me ha gustado el libro en su conjunto. Ha habido partes que sí, como el lenguaje rico, rompiendo normas gramaticales. Es lo que más me ha gustado, el tono desenfadado y vanguardista en el léxico del narrador. Las descripciones de las escenas, la parodia esperpéntica, satírica, caricaturesca de los personajes... pero me ha saturado tanto contenido sexual explícito y escatológico. También encuentro excesivo el número de personajes. El supuesto tono de humor no me ha arrancado ni una sonrisa, pero sí he reconocido la lucidez con que retrata las debilidades humanas. Cada personaje con las suyas.
Algunas frases que me han gustado:
"La soledad que le untaba el alma con su pomada triste".
"Minutos inútiles, sin provecho bibliográfico para él, engordadores de la edad, pero no de la experiencia".
"La luna anoréxica arrojaba sobre la escena unos centímetros de claridad".
"Arrastrando las erres, siseando las eses, farfullando las efes", bonita aliteración.
"Alegre tristeza", un oxímoron. Como dije, Aramburu ha desplegado su arsenal lingüístico, ha experimentado y jugado con las palabras y las frases.
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