Tras el misterioso seudónimo de Einzlkind se esconde un escritor, creo que teutón, que vive o ha vivido en Inglaterra, de gran sobrepeso, según él, militante no fumador y que se compró una cafetera nueva. Se le había roto la que tenía. Con esta autodefinición –y una fotografía igual de identificativa– se nos presenta en la solapa.
Una novela que obliga a mantener la atención en su lectura, más que divertida sorprendente.
Melvin es un chico de una inteligencia desmesurada, que escandaliza con su falta de tacto, convencionalismos y diplomacia. Ha arrastrado a un adulto, Harold, practicante asiduo de actos suicidas, cuya vida anodina justificaría casi su afición, en busca del padre de Melvin.
La increíble inteligencia del chico permite al autor a un despliegue de conocimientos y reflexiones muy bien traducidas por Javier Sánchez-Arjona Voser. Me gusta también la edición de Siruela, que contribuye al disfrute del libro.
Sin duda es un libro irreverente, políticamente incorrecto, procaz... Recomendable, sin duda.
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