Tras el misterioso seudónimo de Einzlkind se esconde un escritor, creo que teutón, que vive o ha vivido en Inglaterra, de gran sobrepeso, según él, militante no fumador y que se compró una cafetera nueva. Se le había roto la que tenía. Con esta autodefinición –y una fotografía igual de identificativa– se nos presenta en la solapa.
Una novela que obliga a mantener la atención en su lectura, más que divertida sorprendente.
Melvin es un chico de una inteligencia desmesurada, que escandaliza con su falta de tacto, convencionalismos y diplomacia. Ha arrastrado a un adulto, Harold, practicante asiduo de actos suicidas, cuya vida anodina justificaría casi su afición, en busca del padre de Melvin.
La increíble inteligencia del chico permite al autor a un despliegue de conocimientos y reflexiones muy bien traducidas por Javier Sánchez-Arjona Voser. Me gusta también la edición de Siruela, que contribuye al disfrute del libro.
Sin duda es un libro irreverente, políticamente incorrecto, procaz... Recomendable, sin duda.
domingo, 22 de julio de 2012
martes, 10 de julio de 2012
El abuelo que saltó por la ventana y se largó
Hace unos días terminé esta novela de Jonas Jonasson. Es divertida, fresca, original, sin pretensiones. Lo que necesitaba, una lectura que no me haga pensar, que me entretenga sin más. Hacía tiempo que no leía algo decente.
Un abuelo sin descendencia, el día de su cumplecentenario, decide escaparse de la residencia. Su último acto de rebeldía después de toda una vida en la que llegó a conocer a Franco, Truman, Mao, Stalin... Su habilidad como dinamitero puede ser también una forma de protesta: reventar lo que no le gusta. En esta última escapada forma un grupo heterogéneo y estrambótico que huye con una maleta repleta de coronas, 50 millones, perteneciente a una banda criminal. Perseguidos por la policía y los criminales, no se les ocurre ir más ligeros que llevando consigo un elefante...
Un abuelo sin descendencia, el día de su cumplecentenario, decide escaparse de la residencia. Su último acto de rebeldía después de toda una vida en la que llegó a conocer a Franco, Truman, Mao, Stalin... Su habilidad como dinamitero puede ser también una forma de protesta: reventar lo que no le gusta. En esta última escapada forma un grupo heterogéneo y estrambótico que huye con una maleta repleta de coronas, 50 millones, perteneciente a una banda criminal. Perseguidos por la policía y los criminales, no se les ocurre ir más ligeros que llevando consigo un elefante...
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