Me gustan esos libros que juegan con la ambigüedad entre lo narrado y la realidad. Aquí se entremezclan los devotos de Sherlock Holmes, los crímenes de Jack el Destripador y el barrio de la Inmobiliaria.
El Taller Literario Corsarios invitó al escritor Mariano Fdez. Urresti a presentarnos su último libro. Nos presentó ayer su novela en Suances, y hasta el título, sus violetas, no es casual: una canción de una de las víctimas de Jack, el nombre de la madre de Conan Doyle y el contenido de una carta...
Su charla fue interesantísima, muy bien documentada y retuvo la atención de todos los asistentes más allá de la hora prevista de finalización.
sábado, 24 de marzo de 2012
martes, 6 de marzo de 2012
1984
George Orwell. ¿Un visionario? Creo que ni el más pesimista podía anticipar la sociedad en la que vivimos, controlados por ese Gran Hermano cuyo concepto ha desvirtuado ese zafio programa televisivo. Todavía queda un poco para llegar al escenario apocalíptico de la novela, pero todo se andará.
Hoy estamos controlados por cámaras de seguridad en casi todos los edificios públicos y muchos privados, aparte de autovías, tiendas, oficinas... Nos hemos acostumbrado. Cada vez que entramos en una página de Internet dejamos un rastro que alguien seguramente analizará. Con cada pago de la tarjeta de crédito informamos de qué, cuándo y dónde compramos. Nadie ignora que las llamadas telefónicas quedan grabadas a la espera de una orden judicial que permita escucharlas, pero el mero hecho de llamar, enviar un mensaje o "whatsappear" vuelve a informar a ese Gran Hermano abstracto que acumula datos y más datos a la espera de su aprovechamiento. Luego nos sorprende, o no, que nos ofrezcan productos y servicios que encajan con nuestros gustos y posibilidades. ¿Cómo lo saben? Y esto no es lo peor. Lo terrorífico es el dominio que pueden ejercer sobre nosotros con toooooda esa información.
El anular nuestra voluntad es algo progresivo. Cada vez menos gente piensa, analiza con espíritu crítico lo que lee o escucha, se cuestiona el status quo. La neolengua de "1984" es una herramienta más: las palabras contienen las ideas, a menos palabras, menos ideas. Si controlas el lenguaje acabas controlando el pensamiento, de ahí el interés de los dirigentes por dominar los medios de comunicación. Añadir a la receta el bombardeo de mensajes a través de las telepantallas orwellianas, trasunto evolucionado de nuestros televisores. Omnipresentes en cada habitación de casa, sí, de nuestros hogares, no dejan ya espacio para la intimidad. Los Departamentos correspondientes manipulan los libros de historia y se cambia el pasado, se altera la realidad. Como nadie tiene memoria ni juicio crítico, la nueva verdad se generaliza. ¿A nadie suena esto? ¿No lo hacen muchos gobiernos y caciques?
Se van reduciendo las libertades en aras de la seguridad y el progreso (?), luego se reducen los derechos y así hasta aniquilar los sentimientos y pasiones, hasta deshumanizarnos y convertirnos en máquinas. Se pretende la homogeneización, al disidente se lo elimina, hay que comulgar con la doctrina oficial.
Conforme escribo estas palabras tengo la impresión de que no estoy hablando de la novela sino de la sociedad actual.
"1984" debería ser lectura obligada junto con "Un mundo feliz" de Aldous Huxley y tantos otros. Aunque puede que sea tarde y nuestras conciencias ya estén adormecidas.
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